martes, 2 de diciembre de 2014

Novedad Editorial: Meditaciones Fichteanas






Índice


Introducción                                                                     5

Actualidad de Fichte                                                       14 

Operatiología de la racionalidad humana                          45

Fenomenología y Operatiología                                       55

La mano como raíz generadora del conocimiento                  
humano                                                                           73

La Intersubjetividad Operatoria                                        82

Apendices

Fichte a la luz de Piaget                                                      92

La filosofía de Fichte                                                         109

 Notas                                                                               125

 Bibliografía                                                                      139






Introducción

     Este año de 2014, celebramos y conmemoramos el 200 aniversario de la muerte de Juan Teófilo Fichte, el gran filósofo idealista alemán, discípulo de Kant y genial creador del primer gran sistema filosófico idealista, basado en los revolucionarios hallazgos de la filosofía kantiana, inicio brillante de un camino filosófico que conducirá a la filosofía contemporánea. A pesar de la inmensa fama e influencia que tuvo en su tiempo, Fichte, junto con su inicial y brillante seguidor, Schelling, ha sido relegado posteriormente por figuras como Kant o Hegel (1). También el propio Hegel ha padecido tras la caída del Muro de Berlín un cierto desinterés por su filosofía, en comparación con Kant o Husserl.

     No obstante, en la segunda mitad del pasado siglo, se ha iniciado entre los especialistas un proceso de rehabilitación y nueva valoración de la filosofía de Fichte, junto con la del propio Schelling, que ha ido dando frutos al renovar el interés de los estudiosos actuales por los dos filósofos de aquella época filosófica del llamado Idealismo clásico alemán. Un testimonio de ello ha sido el libro, de título significativo, Between Kant and Hegel (Harvard University Press, 2003), de Dieter Heinrich, en el que, invirtiendo el planteamiento del clásico libro de Richard Kroner, Von Kant bis Hegel, en el cual se consideraba a ambos filósofos como meras figuras de transición entre Kant y Hegel, Heinrich resalta precisamente como figuras llenas de interés por sí mismas a Schelling o al poeta Hölderlin y, especialmente, a Fichte en relación con el auge de la filosofía cognitiva o Philososophy of Mind norteamericana. Por nuestra parte quisiéramos añadir, a las voces que se unan al coro conmemorativo de aquel gran filósofo alemán, algunas reflexiones a modo de meditaciones o “salvaciones” en el sentido de lo que Ortega, al principio de sus Meditaciones del Quijote, denomina, a sus ensayos meditativos, como:

“… lo que un humanista del siglo XVII hubiera denominado ‘salvaciones’. Se busca en ellos lo siguiente: dado un hecho –un hombre, un libro, un cuadro, un paisaje, un error, un dolor-, llevarlo por el camino más corto a la plenitud de su significado. Colocar las materias de todo orden, que la vida, en su resaca perenne, arroja a nuestros pies como restos inhábiles de un naufragio, en postura tal que dé en ellos el sol innumerables reverberaciones.

     Hay dentro de toda cosa la indicación de una posible plenitud. Un alma abierta y noble sentirá la ambición de perfeccionarla, de auxiliarla, para que logre esa su plenitud. Esto es amor –el amor a la perfección de lo amado”(2).

     En tal sentido trataremos de llevar críticamente a un autor como Fichte a la plenitud de su significación, en especial sobre un aspecto que puede despertar de nuevo el interés por la obra fichteana, y que no lo hemos visto tratado en ningún sitio, que es el de la conexión anticipadora de la Teoría del Conocimiento de Fichte desarrollada en su Wissenschaftslehre, con las novedosa y mundialmente influyente concepción del conocimiento humano desarrollada por Jean Piaget en su Epistemología Genética.

     Justamente, en relación con esto, hemos venido proponiendo y desarrollando, en los últimos años, una reforma fundacional de la Filosofía en conexión con la nueva concepción del conocimiento introducida por Jean Piaget, en la segunda mitad del pasado siglo, con el nombre de Epistemología Genética y que, a nuestro juicio, posibilita en muchos de sus resultados el desarrollo de una nueva forma de pensar la realidad que hemos interpretado como el desarrollo de un Pensamiento Hábil. En ella (3) nos acogíamos precisamente a la definición dada por Fichte de la Filosofía, no como una mera colección o conexión de Proposiciones (Sammlung von Sätzen) que pueden ser aprendidas, sino como una cierta visión de las cosas (Ansicht der Dinge), un especial modo de pensar (Denkart), que debemos producir en nosotros mismos (4).

     Pero Fichte no era entonces la mera ocasión para una cita que venía bien, sino que conformaba el surgimiento en la filosofía moderna de lo que denominamos una fundamentación opera-tiológica del conocimiento que sería científicamente desarrollada por Jean Piaget en el siglo XX. Pues Fichte es el primer filósofo moderno que formula filosóficamente la tesis, que Piaget enarbolará frente a los empirista del Positivismo Lógico o frente a los “innatistas” como Chomsky, de que lo esencial para entender el conocimiento humano es la Acción, los hechos-acciones (Tathandlungen) del sujeto cognoscente (5). De ahí que el estudio y la meditación de la obra fichteana, especialmente de su Wissenchaftslehre, con la dificultad correspondiente de sus múltiples versiones ofrecidas en sus cursos universitarios, haya sido una necesidad para conectar muchos de los brillantes resultados de la Epistemología Genética piagetiana con la renovación de una filosofía actual que pretenda abrirse camino en un mundo post-metafísico.

      En tal sentido, la obra de Fichte plantea serias dificultades por su incompletitud y sus continuas remodelaciones, a lo que se une muchas veces el carácter oscuro y difícil de sus textos, deliberadamente buscado por el autor, que no pretende decirlo todo sino estimular a la propia reflexión del lector. Frente a la claridad cartesiana Fichte se nos aparece, por ello, como un filósofo oscuro, aunque más profundo. No obstante, Ortega, admirador de la claridad cartesiana como cortesía del filósofo, consideraba a Fichte, en lugar del también considerado oscuro Hegel, como el hombre a batir en la cuestión de la superación del Idealismo y el paso a su Racio-vitalismo. Proponía sustituir la ciega Idea fichteana del Yo (6) por la clara y radiante Idea de la Vida. Ortega, parodiando al Husserl de las Meditaciones Cartesianas, proponía la formula de llevar a cabo un “cartesianismo de la vida” y no un mero “cartesianismo fenomenológico”. Esta fórmula de Ortega la hemos usado alguna vez, pero creemos que, en vista de lo que vamos a decir, deberíamos reformularla como un “fichteanismo de la vida”, para precisar nuestra propuesta filosófica de una filosofía operatiológica. Además, es preciso recordar que el modelo que Fichte tomó para desarrollar plenamente el kantismo no fue precisamente Descartes, sino más bien Spinoza, cuyo sistema metafísico “dogmático”, en términos kantianos, se convirtió en un contra-modelo para desarrollar el sistema crítico-idealista fichteano. Un “spinozismo de la libertad” era la formula que mejor correspondía a la filosofía sistemática del propio Fichte, pero también a las de Schelling y Hegel. En tal sentido, para Ortega, mutatis mutandis, es Fichte, y no Kant o Hegel, como quieren Schopenhauer o Marx respectivamente, el contra-modelo de referencia a seguir para superar el Idealismo moderno, en el sentido preciso de pasar de un “fichteanismo idealista” a un positivo “fichteanismo de la vida”.

     Fichte llevó a cabo un “giro ontológico” que complementó el “giro copernicano” gnoseológico de Kant. Y esto lo hizo invirtiendo a Spinoza. Pues Kant, además de destacar sobre todo por su genio analítico, -como el propio Fichte reconoció al compararlo con el génio más “sistemático” de Reinhold (7) -, no fue especialmente impresionado por la filosofía de Spinoza, al que no había leído o estudiado directamente, según confiesa en sus cartas a su amigo Hamman, y lo conocía sobre todo por referencias indirectas. El joven Fichte, sin embargo, sí fue atraído por la famosa polémica sobre el “espinosismo” de Lessing, desatada por la publicación de unas conversaciones que mantuvo con Jacobi, poco antes de su muerte y en las que se declaraba espinosista (8) provocando un gran escándalo cultural entre la intelectualidad germana. Lo que atrae a Fichte de Spinoza es la forma rigurosa y precisa de ordenar more geométrico su filosofía. En tal sentido Fichte tratará de ordenar el contenido de la nueva filosofía kantiana, vertida todavía en barrocos moldes aristotélico-escolásticos (Estética, Lógica, Analítica, Dialéctica, etc.), que habían sido renovados en el mundo filosófico germano por Christian Wolff, en una nueva forma de exposición y desarrollo dialéctica nada escolástica. Una forma más acorde con el nuevo modo de fundamentación y exposición sistemática introducida por Descartes, con su concepción hipotético-deductiva de partir del cógito como de un fundamentum inconcusum, para extraer de él en forma de proposiciones rigurosamente deducidas y demostradas, como hizo Spinoza, los nuevos contenidos filosóficos resultantes del criticismo kantiano. Aunque la deducción geométrica será sustituida por la nueva deducción dialéctica, que Kant había introducido en sus Críticas para escapar de las antinomias y contradicciones a que conducía el superficial racionalismo cartesiano.

     En estas circunstancias, el “giro ontológico” que introduce Fichte consistirá en sustituir la Substancia spinozista por el Yo trascendental kantiano. La tarea de una filosofía crítica no será ya, como en la metafísica spinozista, deducir la entera realidad a partir del Deus sive Natura, sino que la filosofía debe renunciar a tales ensoñaciones metafísicas para acometer tareas más modestas pero más humanamente realizables, como partir de la propia conciencia humana para tratar de deducir, no ya el mundo como es en sí, sino como es para nosotros, el mundo como representación (Vorstellung). Fichte continuó en esto los pasos iniciados por Reinhold, al que sucedió en la cátedra de Jena, aunque debiendo modificar esencialmente el denominado Principio de la Conciencia (Satz des Bewusstsein), que era entendido por Reinhold como un Hecho (Tatsache) indeducible, interpretándolo genialmente como una Acción (Tathandlung). Ni la kantiana Cosa en sí, que Reinhold había brillantemente desechado, ni los “hechos de conciencia”, del propio Reinhold, son el origen del conocimiento humano, sino que solo lo son, para Fichte, las acciones del Yo. La Acción es la esencia del Yo en el sentido preciso de que la acción, no es entendida como una propiedad más del Yo entre otras sino que el propio Yo es esencialmente actividad, y por ello su filosofía es una filosofía de la acción, una suerte de pragmatismo avant la lettre superador del dualismo cartesiano-kantiano, pues el propio Yo deriva de las acción, se constituye y constituye el mundo por sus acciones. Con ello Fichte es el primero de los grandes filósofos, como ya vimos que señaló Ortega, que se propone explicar el conocimiento humano, no a partir de las meras sensaciones o de Ideas innatas, sino desde las acciones del propio sujeto humano, en un sentido que será retomado de nuevo por Jean Piaget en su famosa mundialmente famosa Epistemología genética.


Notas:

(1) Como se ha señalado a comienzo del siglo actual: “…le paradigme continental, dans son opposition à la philosophie anglo-saxonne est, ces dernières années, toléré, accepté ou revendiqué lorsqu’il s’agit de Kant ou Husserl, mais réellement déconsidéré dans son versant purement idéaliste et speculatif”. Isabelle Thomas-Fogiel, Fichte. Réflexion et Argumentation, Vrin, Paris, 2004, p. 7.

(2) J. Ortega y Gasset, Meditaciones del Quijote, Obras Completas, Taurus, Madrid, 2004, t. I, p. 747.

(3) Ver Manuel F. Lorenzo, Introducción al Pensamiento Hábil, Lulu.com, 2007, p. 18.

(4) “ Philosophie ist nicht eine Sammlung von Sätzen, die so gelernt werden, sondern sie ist eine gewisse Ansicht der Dinge, eine besondere Denkart, die man in sich hervorbringen muss”, J. T. Fichte, Wissenschaftslehre nova método, Felix Meiner Verlag, Hamburg, 1994, p. 11.

(5) Para Ortega, Fichte es “el primer pensador que define al hombre como siendo primaria y fundamentalmente reine Agilität. Sería, de todo el pasado, el filósofo más actual si no le estorbase su patetismo constante, ingenuo y predicante. En Fichte llega a madurez la grande idea de Leibniz, por tanto, la gran idea alemana de que la realidad, la sustancia no es forma, como creían los griegos (…) y han creído siempre los mediterráneos, sino que es vis activa” J. Ortega y Gasset, Meditación de Europa, Obras Completas, t. IX, pp. 278-279, n.

(6) “Solo Fichte representa un caso aparte. Se advierte que palpa el verdadero ser de la vida; pero el intelectualismo no le deja ver eso que palpa, y tiene, por fuerza, que pensar eleáticamente. De ahí ese aspecto conmovedor de ciego caminante que lleva Fichte por las sierras de la metafísica”, J. Ortega y Gasset, Historia como sistema, Rev. de Occidente, Madrid, 1962, p. 33, n.1.

(7) “… nach dem genialischen Geistes Kants der Philosophie kein höheres Geschenk gemacht warden konnte, als durch den systematischen Geist Reinholds”, J.T.H. Fichte, Ueber den Begriff der Wissenschaftslehre, Jena , 1798, p. VI.

(8) Ver, Manuel F. Lorenzo, “La polémica sobre el ‘espinosismo’ de Lessing”, El Basilisco, nº 1, 1989, pp. 65-74.


(Texto tomado de Manuel F. Lorenzo, Meditaciones Fichteanas, Logos Verlag, Berlín, 2014, Introducción, pgs. 5-9).




Novedad Editorial:Oligarquía y Separatismo





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martes, 4 de noviembre de 2014

Positivismo versus Marxismo

     En artículos anteriores hemos desarrollado un análisis comparado de la Filosofía Contemporanea con la Filososofía Helenística. En el considerábamos que se podían establecer unas analogías funcionales que nos sirviesen para comprender mejor la situación y la naturaleza de las principales corrientes de la Filosofía Contemporanea que llegan hasta nosotros. Resultaba una configuración en la que Epicureos, Estoicos y Escepticos conformaban una estructura relacional que se repetía en la Filosofía Contemporanea con Marxistas, Positivistas y Vitalistas. En tal sentido veíamos que, así como en oposición a la gran sistematización filosófica de Aristóteles surgieron como reacción las escuelas del Epicureismo y del Estoicismo, como oposición a Hegel surgen en Europa las corrientes filosóficas del Marxismo y del Positivismo de Saint-Simón y Augusto Comte. El Escepticismo, aunque tiene su origen también con Pirron de Elis al comienzo del helenismo, no alcanzará una influencia crítica sobre las pretensiones cognoscitivas de epicúreos y estoicos hasta el final de la época helenística. En Europa es el Vitalismo el que cumplirá un papel crítico de las pretensiones progresistas de marxistas y positivistas, sobre todo con la influencia de la filosofía de Nietzsche en el siglo XX.

     Vamos a centrarnos en lo que sigue en la oposición contemporánea entre el Positivismo y el Marxismo. Lo más novedoso de la filosofía helenística fue la aparición de dos concepciones éticas nuevas en relación con el periodo clásico anterior, el estoicismo y el epicureísmo, los cuales lejos de mantenerse como productos meramente académicos como la ética aristotélica, han llegado a calar profundamente en el lenguaje popular que entiende perfectamente que es resistir estoicamente los dolores o disfrutar epicúreamente de los placeres. Esto es generalmente reconocido por los historiadores de la filosofía. En relación con esto diremos aquí que lo más novedoso de la filosofía contemporánea que se abre en Europa con las corrientes críticas de la filosofía especulativa hegeliana es la aparición de dos novedosas concepciones de la Sociedad, dos filosofías sociales, que llevan a cabo el Positivismo y el Marxismo y que trascienden los ámbitos académicos puramente especulativos para arraigar en los fuerzas sociales progresistas modernas. Ambos movimientos filosóficos son herederos de las corrientes ideológicas modernas que cristalizan en el progresismo de la Ilustración pero que van más allá de esta en lo que se refiere a su concepción de la naturaleza de las sociedades humanas. Fue el Conde de Saint-Simon el primero en elaborar un modelo nuevo de Sociedad que trata de superar el carácter metafísico e irreal de la concepción que se hacían los revolucionarios ingleses y franceses sobre el origen del poder social. Pues, para estos, el Poder no venía de Dios, sino del Pueblo. Pero el “pueblo”, como equivalente de la Sociedad era tan entelequia como lo era el “flogisto” para los químicos. Era necesario, por tanto, desarrollar una concepción científica de la Sociedad como se había ido desarrollando la concepción científica de la Naturaleza. Era necesaria una nueva ciencia que Saint-Simon llama, por ello, Fisica-Social y, después Comte la llama Sociología. Los filósofos griegos como Platón y Aristóteles habían explicado racionalmente la estructura de las sociedades humanas, pero no habían descubierto la explicación racional de sus progresos y transformaciones. Como dirá Comte, habían explicado su Estática, pero no su Dinámica, o mejor su Anatomía, pero no su Fisiología. Por ello, para Saint-Simon, debemos descifrar la mecánica de la Sociedad como Newton descifró con su Mecánica las fuerzas centrípetas (gravedad) y centrífugas (inercia) que regulan el movimiento de los cuerpos físicos. Así, Saint Simón entiende toda Sociedad humana constituida por dos fuerzas o Poderes, el “terrenal” y el “espiritual”, como dirá después Comte, los cuales se oponen y de su equilibrio resulta un estructura social estable, que él llama una Sociedad Orgánica. Ello se puede observar positivamente en el laboratorio de la Historia de la Humanidad donde se ve como las sociedades más primitivas están constituidas por dos poderes, guerreros y sacerdotes, esto es, un poder” terrenal” basado en la fuerza física y un poder “espiritual” basado en el mayor conocimiento para explicar el mundo de determinados individuos que forman unas élites minoritarias frente a la masa social. Sin la fuerza bruta de los guerreros no se mantiene el orden social, pero sin los nuevos conocimientos de la minoría intelectual encarnada por hechiceros  no hay progreso social. Ortega y Gasset se refería esencialmente a esto cuando hablaba de las élites o minorías dirigentes, es decir, al “poder espiritual” constitutivo de las sociedades humanas desde la prehistoria. Saint-Simon explica entonces el origen del progreso histórico de una sociedad humana cuando se produce un cambio significativo que permite un conocimiento más profundo de la realidad y que entra en contradicción con lo que se sabía, dando lugar a una crisis social que abre un periodo de restructuracion y cambio que no cesará hasta que se restablezca un nuevo equilibrio en la totalidad social que de lugar a una nueva Sociedad Orgánica, la cual no será tampoco eterna, sino que estará somedida a la misma dinámica que las anteriores, aunque en un nivel mayor de orden y progreso.

     Saint-Simon centró sus brillantes análisis sociales en el paso de la Sociedad medieval feudal a la Sociedad Industrial moderna. Según ellos, para entender la Gran Revolución francesa que estalló en su juventud había que adentrarse en la tenida por oscura Edad Media, considerada sin importancia para el progreso humano por los ilustrados volterianos. Pues es en la Alta Edad Media donde aparecen las células germinales de los dos poderes sociales que sustituirán a los Nobles guerreros y al Clero. Es en el renacer de las ciudades donde germinan las clases productoras (artesanos, empresarios, obreros) que darán lugar al nuevo y decisivo poder económico industrial de la “burguesía” que sustituirá a la Nobleza guerrera y donde tendrá su origen el humus cultural, con la fundación de las Universidades, que preparará el surgimiento del nuevo “poder espiritual” de los científicos, artistas  y filósofos propia de las sociedades modernas, que desplazarán a los Teólogos y religiosos. Este proceso debe explicarse de un modo científico positivo y entender la Revolución burguesa supone comprender su génesis histórica según la cual una Sociedad no entra en una crisis revolucionaria más que cuando se han desarrollado en su seno nuevas fuerzas sociales que son capaces de cambiar la naturaleza y composición de sus dos poderes básicos. Una vez que se produce el cambio revolucionario la nuevas fuerzas sociales deben tratar de cesar en su carácter de fuerzas negativas o destructivas de lo viejo y caduco para centrar todas sus energías en la tarea positiva de estabilizar la nueva Sociedad organica que ha surgido, perfeccionando su estructura y no tratando de seguir con la mentalidad negativa revolucionaria, que ya no tiene sentido en el inicio de una época Orgánica que deja atrás la época Crítica. Por eso sus esfuerzos deben ir dirigidos a desarrollar y consolidar el nuevo Sistema social alumbrado, en este caso el Sistema social basado en la explotación industrial, basado en la explotación, no ya de otros pueblos como hacían los Sistemas de la Antigüedad, sino de las  fuerzas de la Naturaleza por medio de la Ciencia. De ahí debe provenir la fuente principal de la riqueza social futura y no de la explotación del hombre por el hombre. Por ello la Sociedad Industrial futura podía ser contemplada como una Sociedad tendente a lograr la liberación de la pobreza y de las guerras, males que han sacudido secularmente a la Humanidad.

     Marx, lector y admirador de Saint-Simon, comparte con él, ante todo su concepción de la Estructura dual de la Sociedad y de los mecanismos del cambio revolucionario. Pero, en vez de hablar de dos Poderes sociales, “terrenal” y “espiritual”,  habla de Base y Superestructura. A su vez reduce la naturaleza del poder básico a los poderes económicos, Modos de Producción, que actuarían “en última instancia” como determinantes en todo cambio de Sociedad, y no solo en el paso de las sociedad medieval a la moderna industrial. Los poderes superestructurales, entendidos como formas de conciencia, religiosas, políticas, jurídicas, etc., no son más que poderes vicarios, meros “reflejos” en la conciencia, de los poderes económicos. Además, la moderna Sociedad burguesa capitalista no es una sociedad orgánica estable, sino que está encierra una limitación en su seno (la famosa Tasa Decreciente de la Ganancia capitalista) que le impide integrar al proletariado acabando con su pobreza y marginación, por lo que debe ser destruida por una nueva Revolución Socialista que convierta al Proletariado y sus aliados de clase en el nuevo Poder básico de la sociedad futura, la cual culminará finalmente en una Sociedad verdaderamente libre donde cualquier individuo humano podrá realizarse íntegramente como el feliz Hombre Total.

     Podemos comparar rápidamente ambos modelos de Sociedad como exactamente inversos, de un modo similar a como lo eran las doctrinas Ëticas de Estoicos y Epicureos. Para los Epicureos se puede decir que la Virtud era la Felicidad, mientras que para los Estoicos la Felicidad era la Virtud. El fin de la vida para un epicúreo era ser feliz y a ello debía subordinarse la virtud que nos pide la moderación en los placeres, el establecimiento de preferencia por los placeres espirituales, como la amistad frente a los meramente físicos, etc. Para un estoico eran los propios placeres que nos dan la felicidad aquello que hay que estar dispuesto a sacrificar en la vida por la dicha que nos proporciona la práctica de la virtud misma, la cual es imposible en muchos casos sin la voluntad de renunciar al placer y soportar el dolor. De un modo análogo se podría decir que para los marxistas toda virtud, toda sabiduría o ciencia debe ponerse al servicio de la salvación del proletariado en la consecución de una sociedad del Bienestar, de la felicidad social. Por el contrario, para un positivista social el fin de la sociedad es el mayor control de la Naturaleza por medio de la industria dirigida por la ciencia. Ese mayor control, que solo se alcanza decisivamente por la virtuosa vida de los génios científicos, artísticos y filosóficos, los grandes benefactores de la Humanidad a que Augusto Comte consagra en su Calendario Positivista, es el que nos dará la Felicidad al resto de la Humanidad. Una felicidad, por tanto, que no es un Derecho Humano sin más, sino que presupone más bien duros Deberes y limitaciones en la dirección social a unas minorías intelectuales dirigentes.

     Como corroboración de esta oposición podemos observar que en la Sociedades donde ha triunfado el marxismo, los poderes científicos y filosóficos han perdido su autonomía subordinándose a la dirección política como muestran el famoso “caso Lysenco” en la época de Stalin por el cual se condenó a la Biología genética mendeliana como burguesa. O la condena de la Lógica Formal como lógica capitalista o de la Microeconomía marginalista como psicologismo burgues, etc. Con ello la Unión Soviética sufrió un atraso científico, respecto a Occidente que la desbancó de sus primeros éxitos en la carrera espacial. Por el contrario en USA es donde adquirió preponderancia filosófica el Positivismo, en su versión inglesa, con lo que su Economía buscó intensamente la mejora de la competitividad económica de su industria por el contacto con una investigación científica socialmente fomentada y cuidada a través de la financiación generosa de Empresas Multinacionales y grandes Fundaciones o instituciones Estatales como la Nasa. Frente al populismo obrerista soviético triunfo aquí más bien la Tecnocracia y el llamado “Fin de las Ideologías”.


     Tras la caída del Muro de Berlín, el modelo de sociedad altamente industrializada se ha impuesto a nivel global como objetivo en todo el mundo, incluso en la misma Rusia de Putin o en la China actual. Pero han empezado a verse sus limitaciones críticas con el ascenso de una nueva Ideología que se resiste a morir y que parece ensombrencer las optimistas previsiones del crecimiento industrial ilimitado al anunciar, con apoyos científicos, negras previsiones catastrofistas de agotamiento de los recursos energéticos, superpoblación letal e incontrolable, con su deriva de plagas y nuevas “pestes” masivamente mortíferas, cambio climático, etc. Los llamados nuevos caballos del Apocalipsis. No obstante parece observarse en USA una readaptación y autocrítica de la filosofía positivista allí dominante con el surgimiento de corrientes como la denominada Embodied Mind, uno de cuyos representantes más conocido es George Lakoff, las cuales proponen un revitalización de la filosofía replanteando los problemas de la racionalidad humana desde una perspectiva que sigue apoyándose en los avances en el conocimiento científico en nuevos campos, como los que ofrecen las Ciencias Cognitivas (Robotica, Psicologia Evolutiva, Neurología, Psicolingüistica, Paleoantropología), pero conectándolas con una filosofía fenomenológico vitalista, como la del llamado último Husserl o Merleau-Ponty. En tal sentido hemos hablado en otro lugar de una Refundación del Positivismo. En el marxismo, quien abrió el camino a esta conexión con los problemas vitales fue la llamada Escuela de Frankfurt, la cual está en la base de los nuevos movimientos alternativos que bajo el nombre Occupied Wall-Street o de Indignados en España, persiguen mantener la utopía marxista del Hombre Total con las reivindicaciones de las minorías estudiantiles, raciales, culturales, homosexuales, etc. En tal sentido, ello no deja tampoco de ser una muestra del ascenso crítico de los valores defendidos por la corriente de la filosofía vitalista nietzscheana o de la izquierda heideggeriana. Entramos con ello, como les ocurrió a las escuelas filosóficas helenísticas en el inicio de la época de dominio romano,  en una fase de cierto eclepticismo filosófico aunque en el fondo continue la contraposición irreductible entre los dos modelos de Sociedad formulados por marxistas y positivistas.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Ante el avance de la “rebelión de las minorías”.

       La petición de un referéndum de independencia en Cataluña aparecía, hasta hace poco, como un problema de desintegración del Estado específicamente español. Se veía como un problema de un país con una débil modernización, con grandes déficits de cultura democrática, resultado de una Historia cargada de Absolutismo Inquisitorial, etc. Otros problemas de desintegración estatal como el de la antigua Yugoslavia, la independenia de Kosovo, la división de Checoslovaquía, se atribuían al fracaso del Comunismo, o el de la división cultural de Bélgica a la artificialidad histórica de su Estado, etc. Inglaterra había sufrido la Independencia de una parte de Irlanda, pero se sobreentendían aquí problemas de irreconciliables guerras religiosas entre católicos y protestantes cargadas de odios y vejaciones históricas insuperables. Más recientemente apareció la reivindicación independentista de Escocia, a la cual se creyó conjurar, lo mismo que a los contínuos problemas en el Ulster, copiando precisamente el modelo de descentralización en Autonomías que España había iniciado con Adolfo Suarez.

     Pero la concesión de la Autonomía para Escocia, como había ocurrido en el caso de Cataluña, no fue suficiente para frenar las en principio minoritarias ansias secesionistas. Estas continuaron hasta alcanzar el punto crítico de dividir en dos al electorado de dicha región britanica de una forma que parece que continuará aunque una tendencia se impusiese sobre la otra en el Referendum ya celebrado. Además, el Referendum escocés fue admitido por el premier inglés Cameron, basándose en peligrosas interpretaciones del Tratado de la Unión, según las cuales una Soberanía, como la del Parlamento de Westminster, una vez constituida y bien cristalizada en una Historia común, puede romperse sin peligro de desatar violencias incontroladas (debería leer a Hobbes, el gran teorico inglés del Estado, antes de tomarse tan a la ligera dichas cuestiones). Dicho Referendum, sin embargo, tiene lugar, no en un país atrasado en la modernidad democrática como España, sino en la mismísima Inglaterra, cuna de la modernidad política y uno de los Estados que sigue pesando en la política mundial. Por ello, el Referendum escoces ha atraído con gran fuerza la atención de las primeras líneas de los telediarios en todo el mundo. Lo cual revela que estamos ante un problema que no es solo regional, propio de algunos de los países pigs (cerdos), como denominación malintencionada inglesa de portugueses, italianos, griegos y spañoles, en algunos de los cuales tienen lugar las reivindicaciones secesionistas de Cataluña y Euzkadi, en España, La Padania, el Veneto, etc., en Italia.

     Ahora se empieza aver que el secesionismo es un problema general y, además, no principalmente económico, como se suele interpretar al viejo estilo marxista, por Cameron y Rajoy con sus recetas de más Transferencias de dinero de los impuestos generales, sino que es un problema más bien ideológico, un problema cultural identitario o de “espíritu”en el sentido de Max Weber. Un problema que ha pasado a primer plano conformando una nueva ideología de las vanguardias progresistas que ha sustituido a la ideología marxista tan influyente en las transformaciones políticas y sociales del siglo XX. Pues el marxismo abrió el camino a lo que Ortega denominaba la Rebelion de las Masas, con sus propuestas políticas de igualitarismo social, la formación de nuevos tipos de partidos políticos para encuadrar y dirigir a las “masas” proletarias. Para combatir estas rebeliones y revoluciones se debieron configurar partidos opuestos también de “masas” como los partidos fascistas o una nueva democracia de masas, como la que representó la irrupción de los EEUU en la política mundial, la llamada Democracia Americana de Tocqueville, más fuerte que la inglesa para enfrentarse al totalitarismo comunista y fascista. Esa época se términó con la derrota económica del igualitarismo más utópico y radical, el soviético, tras la caída del Muro de Berlín. Con ello cesó la influencia de aquella ideología que ponía en las masas proletarias y en el triunfo del socialismo marxista la panacea que pondría fin a la Historia. En el camino quedó la corrección del liberalismo económico capitalista deciminónico con necesarias y útiles intervenciones del Estado (Keynes mediante) que mantuvieran un nivel aceptable de bienestar en las masas. Este nivel abrió el camino a una Sociedad de Consumo sin límite, de masas integradas y satisfechas, cuyo primer modelo lo proporcionaron los propios EEUU tras la 2ª Guerra Mundial.

     Algunos filósofos marxista como Herbert Marcuse, miembro de la llamada Escuela de Frankfurt, ya detectaron, durante su estancia como exiliados políticos en EEUU, la formación de una nueva sociedad tecnológica en la que primaba la masificación y la homogeneidad con el subsecuente aplastamiento de las minorías diferentes, como era entonces la minoría racial negra que comenzaba a enfrentarse a la discriminación, las minorías sexuales impulsadas por el feminismo y los homoxesuales, las minorías culturales, etc. En tal sentido destacó la publicación en 1954 de su ensayo El hombre unidimensional. Ensayo sobre la ideología de la sociedad industrial avanzada. En él, y en otras obras suyas,  Marcuse proponía una revisión de la ideología marxista clásica, basada en suponer a las masas proletarias como sujeto revolucionario, en el sentido de proponer otros sujetos muy diferentes encargados de culminar los ideales progresistas del Humanismo Ilustrado, que pretendió hacer suyos el marxismo. Tales sujetos serían las nuevas fuerzas rebeldes que acabarían definitivamente con la sociedad consumista y alienante, que resultó de las revoluciones de masas, y darían lugar a la configuración de una sociedad definitivamente libre en la que se eliminarían, no solo la explotación económica, sino también las discriminaciones raciales, culturales, sexuales, etc. Por ello el fenómeno de la petición de independencia y libertad de las culturas minoritarias, insertas en grandes Estados, debe ponerse en conexión con todo esto y verlo inmerso en una nueva Ideología radical del vanguardismo moderno, que puede llegar a convertirse en una rebelión tan generalizada y peligrosa para la paz social como lo fue la rebelión de las masas que inició el marxismo.


     Esta rebelión es distinta, sin embargo y por eso la hemos denominado, en un libro que publicamos ya hace años, y en  homenaje a Ortega y Gasset, con el título de La rebelión de las minorías (2007). Un libro quizás prematuro, porque entonces estos problemas de las rupturas de grandes Estados, como Inglaterra, no estaban en los grandes titulares ni en las preocupaciones cotidianas. Pero si estaban en las preocupaciones de filósofos españoles como Ortega y Gasset, del que el libro pretende ser un modesto homenaje, de título paradójico en relación con su clásico La rebelión de las masas, cuando había propuesto, principalmente en otro libro suyo titulado como La redención de las provincias, la configuración de un Estado Autonómico como solución al problema independentista catalán que había emergido con fuerza ya a fines del siglo XIX en la España de la Restauración canovista. Como hemos señalado en otros lugares, el Autonomismo orteguiano incorporado a la Constitución española de 1978, fue mal entendido y peor desarrollado debido en gran parte a la voluntad de transformarlo en un Federalismo o Confederalismo, desoyendo o desconociendo las advertencias orteguianas hechas en las propias Cortes de la II República (Autonomismo versus Federalismo). Ha llegado a convertirse en un serio problema de ruptura de la nación y de división entre las fuerzas políticas españolas por lo que seguramente dará lugar a una fuerte polarización ideológica y social. Por ello resulta simplista reducirlo a una cuestión meramente económica o meramente cultural local. Es un problema ideológico de carácter  global y universal, si lo vemos en relación a su fundamentación en un diferencialismo dogmático que lo pone en conexión con otros movimientos sociales que comparten la misma metafísica diferencialista radical, como el feminismo o el homosexualismo. Pues si el sentimiento “nacionalismo” minoritario puede llevar  a la destrucción de los modernos Estados nacionales, el homosexualismo basado en la indiferencia sexual y el feminismo radical basado en el odio al macho pueden llevar a la destrucción o colapso sin más de la familia como institución básica de la sociedad y no ya únicamente, como creen muchos, a la familia patriarcal por quedarse arcaica o anticuada. No debemos olvidar que el marxismo más radical, pretendiendo destruir el capitalismo y no meramente reformarlo, condujo en la URSS al colapso económico que acabó con su derrota y su fatal perdida de su influencia mundial en las propias masas que creyeron fanáticamente en él. Por ello, allí donde triunfen esos ideales más radicales de las minorías rebeldes, que hoy empiezan a imponer su fuerza como algo “políticamente correcto”, seguramente acabará cumpliéndose la frase, que aparece en un famoso grabado de Goya: Los sueños de la razón engendran monstruos.

martes, 2 de septiembre de 2014

Sobre la crítica de Ortega a la Restauración (y IV)

     Como final de esta revisión de la crítica de Ortega a la Restauración, ante la presente crisis de la actual Restauración de la monarquía democrática española y su relación con la propuesta orteguiana de la necesidad de la influencia educativa y política nacional de la minorías intelectuales egrégias, trataremos a continuación de una posible dimensión, ya no nacional, sino internacional, de la influencia de tales minorías. Hoy, a diferencia de los tiempos del joven Ortega, ya no es Inglaterra la superpotencia mundial, sino los EEUU. El llamado Imperio norteamericano ha resultado, tras la caída del Muro de Berlín, el nuevo super-poder mundial, que recuerda al ascenso de Roma en el Mediterraneo tras la derrota de los competidores Imperios helenísticos. Pero es un Imperio de naturaleza diferente al romano. No es esencialmente un Imperio dictatorial de tipo militar-esclavista, sino un poder científico-industrial, basado en la democracia liberal. Pero, a pesar de tales diferencias notables no es menos interesante resaltar, como hicimos en el artículo anterior, ciertas semejanzas. Pues, así como Roma, tras derrotar a grandes Imperios, como el cartaginés o el Egipto de los Ptolomeos, logró perdurar por siglos y marcar una profunda huella civilizadora en el Mundo Antiguo, debido principalmente a lo que Montesquieu llamó la característica división de poderes que limitaban cualquier absolutismo imperial, los EEUU, tras derrotar a los totalitarismos de masas no menos imperialistas de nazis y soviéticos, instaura una moderna sociedad de masas no totalitaria o absolutista, por la gracia de su Constitución política basada en la división de poderes recomendada por Locke y Montesquieu.

     No obstante ello, el poder del Imperio romano no se reducía al poder puramente militar, como el poder norteamericano tampoco debe verse como un poder meramente económico o ténico-científico. Es en el momento de su conversión imperial cuando el mundo romano descubre e incorpora la filosofía griega a través de Ciceron, quien es el primer romano que asimila la filosofía de las Escuelas atenienses en  una síntesis ecleptica en la que predomina el estoicismo. Como relata Renan, en el prólogo de su libro Marco Aurelio y el fín del Mundo Antíguo, la filosofía tuvo la dicha de ver como en Roma se cumplieron las profecías de Platón, pues en ella el poder “espiritual” de los filósofos, desde Séneca, llega a dirigir y orientar sabiamente la política romano, consiguiendo incluso que un “rey”, Marco Aurelio se haga filósofo. Fue Ciceron, miembro de una influyente minoría aristocrática de patricios, perteneciente al llamdo Circulo de los Escipiones., quien convertirá a los infieles romanos, hasta entonces desconocedores de la Filosofía, a la filosofía griega de los Panecios y Posidonios, integrantes del llamado Estoicismo Medio. Dicho suceso se revelará trascendental pues es el origen de una novedosa división del poder en político “terrenal” y religioso “espiritual”, que se consolidará en el época del emperador Constantino con la famosa separación entre Estado imperial e Iglesia papal, el cual, tras la destrucción de Roma, renacerá en la naciente Europa de Carlomagno, con todo lo que significa de fermento propicio para el surgimeinto de las sociedades liberales modernas. En tal sentido, la Iglesia católica, a pesar de las acusaciones volterianas de oscurantismo, fue la primera religión Monoteista que incorpora la Metafísica filosófica griega, germen, a su vez, del nuevo poder espiritual de la ciencia y la filosofía modernas.

     Los EEUU, en tanto que surgen de la Guerra de la Independencia contra Inglaterra, incluyen ya el conocimiento de la filosofía europea por el origen cultural de sus primeros colonos. Pero, este conocimiento está extremadamente deformado por el peso abrumador de la tradición empirista inglesa. En tal sentido se contrapone habitualmente la filosofía Anglosajona a la llamada filosofía Continental europea, entendiendo por tal la tradición racionalista francesa y alemana. El Positivismo, junto con la educación científica y tecnológica, ha llegado a ser, así, la corriente filosófica predominante en sus Universidades y centros de enseñanza. Corrientes como el marxismo o el vitalismo nietzscheano, solo han adquirido una influencia marginal. No obstante,   la tradición empirista anglosajona parece haber entrado en crisis y se empieza a perder su monopolio en la influencia universitaria, a causa del ascenso de la Fenomenología de Hussel, Merleau-Ponty, y otros, propugnados por influyentes figuras como Lakoff & Johnson en su famoso libro Philosophy in the flesh (1999). De tal modo, se puede decir que EEUU empieza la incorporación académica decidida, y no de modo meramente marginal, de la llamada Filosofía Continental que va de Kant a Husserl. Se trata ahora de sustituir el empirismo atomista ingles por el empirismo fenomenológico alemán. Pero este paso significa, a nuestro juicio, aun mucho más. Significa el descubrimiento de la Filosofía sistemática trascendental, de la Filosofía con mayúsculas, que es la filosofía alemana moderna, como lo era la Metafísica griega. Por ello no parece un paso fácil de dar en un ambiente universitario norteamericano dominado por la mayoría de los WASP (Blancos, Anglosajones y Protestantes). Hay, sin embargo, una minoría cultural en ascenso, la hispana, que se encuentra en mejor disposición intelectual para asimilar este brusco cambio de “paradigma” filosófico que se esta abriendo camino. Y ello se debe en parte muy importante a la labor filosófico-cultural de Ortega y Gasset, en tanto que es una especie de Ciceron hispano, pues también se considero un introductor de la Filosofía in partibus infidelium, es decir, en tierra de infieles, en tierra de desconocedores de ella, como fue España durante siglos desconocedora de la Filosofía Moderna por el predominio segular del aristotelismo entre la mayoría de sus cabezas pensantes.

     Ortega, como Ciceron, fue un orador brillante y un filósofo ecléptico que propugnó una mezlcla de racionalismo fenómeno-lógico y vitalismo nietzscheano. Así como Ciceron eligió el Estoicismo Medio de Panecio y no el de Zenón, que todavía estaba preso de la creencia astrológica, Ortega eligió el positivismo fenomenológico de Husserl y rechazo el positivismo empirista de Comte o Stuart Mill, lastrado de un empirismo afilosófico y pre-kantiano. Aunque Ortega fue traducido al inglés y al alemán, y muy leído en Alemania, irradió sobre todo su influencia por el mundo de lengua española, el cual está empezando a pesar notablemente en los propios EEUU. De la misma manera que Cicerón, es Ortega un gran escritor capaz de exponer con claridad para un público amplio las más abstrusas cuestiones filosóficas. Por ello la profundización y extensión de su influencia en la minoría cultural hispana norteamericana abre una posibilidad de influencia mundial nuevamente de lo español en el mundo, como él se proponía. Una influencia que ahora ya no sería tanto “terrenal”, con sus navegantes y conquistadores, sino “espiritual”, con sus nuevas aportaciones filosóficas hispanas. Una influencia no meramente repetitiva como un eco, sino hecha sobre la base de la profundización y superación de la filosofía fenomenológica alemana, que Ortega fue el primero en España que se preocupo con seriedad y constancia de dar a conocer; y no ya para quedarse en ella sino para utilizarla como tampolín para ir más allá y adentrarse en una nueva filosofía del futuro, siguiendo el lema de los navegantes del Renacimiento plus ultra, que ya no fuese idealista moderna, sino que fuese muy vitalista, muy española y mediterránea, muy de lo que llamaba la “Europa del Sur”.


     Solo una minoría intelectual educada en dicha filosofía, sería capaz de acabar con la “invertebración” y el particularismo propios de una sociedad de “masas”, como lo fue la española, lastrada secularmente, a pesar de sus grandes hazañas momentáneas, por el defecto de la “invidencia” quijotista. Una invidencia que hoy empieza a preocupar en los propios EEUU, donde se hace difícil contener la degradación ambiental producida por el egoísmo consumista de sus masas y la carencia de Ideas generales profundas de sus cada vez más poderosos “bárbaros especialistas”, dominadores de una ciencia separada de la filosofía y cada vez más reducida a los intereses de la tecnología y la especulación económica.

martes, 12 de agosto de 2014

Un poema filosófico de F.W.J. Schelling


     Ofrecemos, a continuación, la traducción, con algunas modificaciones y añadidos a la Introducción y Notas, de un interesante y controvertido texto del filósofo F.W.J.Schelling que ya habíamos publicado como Apendice en Manuel F. Lorenzo, La última orilla. Introducción a la Spätphilosophie de Schelling, Pentalfa, Oviedo, 1989, p.p. 271-286.  Lo hacemos con la intención de facilitar su lectura y consulta para el lector interesado.                  



F.W.J. Schelling

PROFESION DE FE EPICUREA DE HEINZ WIDERPORST (1799)


 (Traducción, introducción y notas de Manuel F. Lorenzo)




Introducción

     Presentamos, a continuación, la traducción, realizada en 1989 por primera al español, de un texto rarísimo de Schelling titulado Epikurisch Glaubensbekenntniss Heinz Widerporstens que pertenece a una fase importantísima en la biografía del filósofo (1798-1800), en la que la evolución de su filosofía se decanta abiertamente hacia el materialismo, como reacción frente al espiritualismo de los poetas y escritores románticos. Es un largo poema filosófico-satírico, compuesto en el otoño de 1799, en el cual encontramos una profesión de fe en la tradición del materialismo epicúreo de la antigüedad frente a las tendencias místico-románticas de los Reden über die Religion (1799) de Schleiermacher, publicados en Berlín poco antes de que el poeta Novalis, en el mismo año, escribiese su obra Die Christenheit oder Europa. Ein Fragmenf. Tendencias de las que también participaba Federico Schlegel, el cual, sin embargo, recibió con simpatía este, "Enthusiasmus für die Irreligion" de Schelling. El poema tuvo, por ello, problemas para su publicación. Schelling trató en principio de darlo a la luz, manteniendo su autoría en secreto, en la revista Athenaeum, editada por los hermanos Schlegel. Pero Goethe, cercana la expulsión de Fichte de la Universidad de Jena, y temiendo un nuevo escándalo, desaconsejó su publicación. No obstante Schelling no se resignó e hizo aparecer de forma anónima la parte menos conflictiva (versos 184-249) en su Zeitschrift für spekulative Physik (1800). Prueba de la persistencia de esta profesión de fe materialista del joven Schelling es que todavía, 20 años después, inaugura sus Lecciones de Erlangen con una cita extraída de dicho poema, según testimonio de uno de sus oyentes (ver Schelling im Spiegel seiner Zeitgenossen, X. Tilliette (hrsg.), Bottega d'Erasmo, Torino 1974, vol. I, p.276). Vuelve a hacer lo mismo en sus Lecciones de Munich (l827-28, 1832-33), dirigidas en último término contra el idealismo hegeliano (véase Horst Führmans, Schelling Briefe und Dokumente, II, Bonn 1973, p.210).

     El texto alemán, del que directamente traducimos, se encuentra en la edición crítica de Luigi Pareyson Schellinguiana rariora (Bottega d'Erasmo, Torino 1977, pgs. 86-97). Tambien se encuentra en Materialen zu Schellings philosophischen Anfängen, M. Frank und G. Kurz (eds.), Surhkamp, Frankfurt am Main, 1975, (p.p. 145-153).  En nuestra versión hemos tratado ante todo de transmitir, con la mayor claridad posible, el sentido filosófico del poema, aunque se resienta con ello el ritmo de los versos a lo Hans Sach, un prolífico poeta religioso luterano alemán (1494-1576), considerado el más importante de los Maestros Cantores de su época y evocada su figura por el compositor Richard Wagner en su conocida obra Los Maestros Cantores de Nüremberg.

     Con ello no creemos cometer ninguna falta estética grave, pues la autorizada voz de Xavier Tilliette califica al poema de “singular et assez mediocre" (Schelling. Une philosophie en devenir, t. I, Vrin, París 1970, p. 182). Nosotros entendemos esto en cuanto a su valor puramente poético, al margen de los prejuicios ideológicos que podrían impulsar al Padre Tilliette en su valoración negativa del poema. Por ello nos centramos en su contenido filosofico, gracias al cual el poema ha llegado a ser un documento importante y, para nosotros, excepcional, ya que avala seriamente nuestra clasificación de la filosofía de Schelling en la tradición materialista o naturalista, entendida al modo de Spinoza, (muy diferente por ello del “materialismo grosero” de la Ilustración). Tradición recogida por Gustavo Bueno,  en sus Ensayos Materialista (1972), con su distinción entre una Materia General, trasunto de la Natura naturans spinozista y una Materia Especial, específicamente mundana, que se corresponde con la Natura naturata de Spinoza. El joven Schelling de la llamada Filosofía de la Identidad interpretó la Substancia de Spinoza, la Natura naturans, como la Identidad de res extensa  (materia física) y res cogitans (espíritu), siendo ambos dos aspectos fenoménicos o Atributos de la misma Natura naturans o Naturaleza infinita creadora.  El Schelling tardió de los cursos de Munich y Berlín acabará denominando a esta Materia general o Naturaleza creadora,  de la que habla en el poema (“la materia es la única verdad,/protectora y abogada de todos nosotros,/padre legitimo de todas las cosas,/elemento de todo pensamiento,/principio y fin de todo saber”), con el término puramente negativo de “lo sin fondo” (Ungrund)como equivalente de lo que en la tradición filosófica occidental se denomina el Ser. 




                                            PROFESION DE FE EPICUREA DE
                                                       HEINZ WIDERPORST
                                                                      (1799)


                              Verdaderamente no podía aguantar más,
                               necesitaba volver de nuevo en mi,
                               recobrar todos mis sentidos.
                               Pensé, por ello, en deshacerme
                      (5)     de las altas doctrinas supraterrenales
                               a las que por fuerza me querían convertir.
                              Volver a ser de nuevo alguien
                              que tiene médula, sangre, huesos y carne.
                              No se cómo pueden incitar
                   (10)     a que se hable y escriba de religión.
                              Yo no tengo ganas de abismarme en tal materia;
                              prefiero que se arrebotinen en ella
                              antes que dejarme embotar, por espíritus superiores,
                              entendimiento y sensibilidad.
                   (15)     Sostengo, por el contrario, que en esta vida
                              solo es real y verdadero
                              lo que se puede tocar con las manos,
                              lo que para su comprensión
                              no requiere ayuno ni penitencias,
                   (20)     ni forzadas mortificaciones.

                              Reconozco que cuando hablaban con tanto ceño
                              quedé, por un instante, perplejo,
                              y como si pudiese entender de ello,
                              leí tanto Discursos como Fragmentos (1).
                  (25)     Quise entonces, realmente, convertirme,
                             abandonar vida y obra ateas;
                             esperaba, incluso, para escarnio del diablo
                             hacerme Dios a mi mismo;
                             y ya me había abismado de golpe y porrazo
                  (30)     en la contemplación del Universo,
                             cuando mi buen sentido me hizo notar
                             que estaba en el camino equivocado.
                             Debía volver al antiguo carril,
                             no dejarme engañar.
                  (35)     Y no fui perezoso para hacerlo.
                             Pero yo no era el viejo Saul;
                             para expulsar los grillos
                             que aún me cantaban en la cabeza
                             necesitaba reconstituir completamente mi cuerpo;
                  (40)     y me hice traer vino y carne asada.
                             Lo cual me fue de gran provecho
                             pues volví enteramente a mi naturaleza
                             y pude ir de nuevo con mujeres.
                             Lo veía todo ya claramente,
                  (45)     por lo que, muy regocijado,
                             al punto me senté a escribir.

                            Así discurría en mis más íntimos pensamientos:
                            nunca dudes de la fe,
                            que te sostiene en el mundo
                 (50)     y mantiene juntos cuerpo y alma,
                            aunque no puedas demostrarla
                            ni reducirla a conceptos.
                            Ellos hablan de la luz interior,
                            hablan mucho pero nada prueban
                 (55)     y llenan su boca con grandes palabras.
                            Ni es crudo ni es cocido,
                            parece ficción y fantasía,
                            pero es la destrucción de toda poesía.
                            No saben proferir ni decir más
                 (60)     que sienten y padecen estas cosas.
                            Por eso quiero yo también confesar
                            cómo las siento arder en mi,
                            cómo me inflaman todas las venas.
                            Mi palabra vale tanto como cualquiera.
                 (65)     En buena y en mala hora
                            me encontré  perfectamente
                            desde que me di cuenta
                            de que la materia es la única verdad,
                            protectora y abogada de todos nosotros,
                 (70)     padre legítimo de todas las cosas,
                            elemento de todo pensamiento,
                            principio y fin de todo saber (2).
                            No me preocupa lo invisible,
                            me atengo sólo a lo manifiesto,
                 (75)     a lo que puedo oler, gustar y tocar,
                            y penetrar con todos los sentidos.
                           Mi única religión es ésta:
                           amar una hermosa rodilla,
                           senos turgentes y talle esbelto,
                (80)     con flores de dulces perfumes (3);
                           gozar plenamente de todo placer,
                           consentir dulcemente a todo amor.
                           Pero si tuviese que elegir otra
                          (aunque puedo vivir sin ninguna más)
                (85)     podría gustarme de entre todas
                           solamente la católica (4),
                           tal como era antiguamente,
                           cuando no había disputas ni querellas
                           y todos estaban a partir un piñón.
                (90)     No buscaban proezas lejanas
                           ni dirigían su curiosidad al cielo;
                           tenían por dioses a monos vivos
                           y la Tierra era el centro del mundo.
                           Roma era el centro de la tierra,
                (95)     y allí residía el Vicario
                           cuyo cetro gobernaba al resto del mundo.
                           Allí laicos y clérigos, todos juntos,
                           vivían como en el país de Jauja.
                           Incluso en el cielo
              (100)     se llevaba una vida disipada,
                           y diariamente se celebraban las nupcias
                           entre la Virgen y el Viejo.
                           Allí arriba gobernaban las mujeres la casa
                           Y, como aquí abajo, llevaban la batuta (5).
              (105)     Con gusto me reiría de todo esto
                           sacando buen provecho.
                           Pero las cosas se han vuelto del revés.
                           Es una ignonimia, es una vergüenza,
                           como por todas partes hoy
              (110)     se ha llegado a ser tan razonable
                           que se hace necesario pavonearse con moralidad (6)
                           y presumir con bellas sentencias.
                           Hasta los jóvenes, por todas partes,
                           se empachan con la virtud
              (115)     e incluso un Cristo cristiano-católico
                           vale tanto como otro cualquiera (7).
                           Por eso reniego de toda religión;
                           ya no me satisface ninguna.
                           No voy ni a misa ni al sermón.
              (120)     He abandonado toda fe,
                           excepto la que me conduce,
                           la que me lleva al sentimiento y a la poesía,
                           la que alcanza diariamente al corazón,
                           con su eterna actividad,
              (125)     con su continua transformación,
                           sin pausa ni tardanza.
                           Es un secreto a voces,
                           un poema inmortal
                           que habla a todos los sentidos;
              (130)     de tal modo que no puedo creer ni pensar
                           sino lo que ella me hunda en el pecho;
                           ni tener por cierto y justo
                           sino lo que ella me haga evidente.
                           Grabado en sus profundos surcos.
              (135)     debe permanecer oculto lo que es verdadero;
                           lo falso nunca puede penetrar en ella,
                           ni de ella ser extraído.
                           Nos habla a través de imágenes y formas
                           sin esconder su propia interioridad,
              (140)     pues a partir de las cifras restantes
                           podemos descifrar el secreto;
                           pero nada podemos concebir de nuevo
                           que no nos haga tangible.
                           Por ello, si una religión es verdadera
              (145)     debe penetrar en las piedras y el musgo (8)
                           en las flores, los metales y en todas las cosas,
                           en el aire y en la luz,
                           en todo lo que es elevado y profundo;
                           debe revelarse en jeroglíficos.
              (150)     Con gusto me arrodillaría ante la cruz
                           si pudiéseis mostrarme un monte
                           donde, a ejemplo del cristiano,
                           hubiese construido la Naturaleza un templo
                           que ostentase en lo alto elevadas torres,
              (155)     con grandes campanas y agujas magnéticas colgando
                           y en las naves, sobre los altares,
                           crucifijos de piedras preciosas;
                           y en los sagrados manteles de ribetes dorados
                           cálices de plata y custodias,
              (160)     y todo lo que adorna a los oficiantes,
                           capuchinos petrificados (9).
                           Pero como hasta la fecha
                           no existió un monte tal,
                           no me dejo engañar
              (165)     y persevero en el ateísmo
                           hasta que venga alguien
                           y me ponga la fé a mano,
                           lo que seguramente no ocurrirá.
                           Por ello quiero continuar así
              (170)     aunque viva hasta el día del Juicio,
                           al que tampoco llegará nadie.
                           Creedme, el Mundo ha existido desde siempre
                           Y no se pudrirá jamás.
                           Me gustaría saber, cuando deberá arder
              (175)     con toda la leña y rastrojos
                           con que quisieran atizar el infierno
                           para macerar y cocer a los pecadores.
                           Pero como estoy libre de todo temor,
                           sano de cuerpo y alma,
              (180)     en vez de gesticular y hacer el fatuo
                           prefiero confiar en el Universo
                           y, en el azul profundo y claro
                           de los ojos de mi amada, naufragar.
                           Tampoco me espanta el Mundo
               (185)     pues lo conozco por dentro y por fuera (10).
                            Es, en realidad, un animal perezoso y doméstico
                            que ni me amenaza a mi ni a ti,
                            pues, sometido a leyes necesarias,
                            permanece tranquilo bajo mis pies.
               (190)     En su interior hay, sin duda, un espíritu gigante,
                            pero, con todos sus sentidos petrificados,
                            no puede salir de la estrecha coraza,
                            ni forzar la férrea prisión.
                            Aunque agite a menudo las alas,
               (195)     se mueve y se arrastra pesadamente.
                            En todas las cosas, vivas y muertas,
                            suscita poderosos impulsos hacia la conciencia.
                            De ahí proviene lo cualitativo en las cosas
                            pues, desde dentro, hace brotar y florecer
               (200)     la fuerza que forma los metales,
                            que hace germinar los árboles en primavera
                            y que por todas las esquinas y rincones
                            busca elevarse hacia la luz.
                            No se deja rendir por la fatiga.
               (205)     Ya se lanza hacia lo alto,
                            alargando sus miembros y órganos,
                            ya los encoge y acorta
                            y, mediante giros y rodeos,
                            busca encontrar adecuada figura y forma. .
               (210)     Y así luchando con pies y manos
                            contra el elemento adverso,
                            aprende a triunfar en un pequeño espacio,
                            donde alcanza, finalmente, la conciencia.
                            Encerrado en un enano,
               (215)     de hermosa figura y talle erguido,
                            que la jerga llama género humano,
                            el espíritu gigante se encuentra a sí mismo.
                            Del largo y pesado sueño despierto,
                            apenas se reconoce a si mismo.
               (220)     Completamente estupefacto ante si,
                            con ojos desorbitados se saluda como si fuese extraño
                            Querría, con todas sus fuerzas,
                             disolverse otra vez en la gran Naturaleza;
                             pero una vez separado
                (225)     no puede ya volver.
                             Pequeño y oprimido, permanece de por vida
                             en su propio gran Mundo, solitario.
                             Tan solo, en sus pesadillas, teme
                             que el gigante despierte encolerizado
                (230)     y, como el viejo dios Saturno,
                             en la ira devore a sus hijos.
                             No sabe que él es esto mismo;
                             por no acordarse de sus orígenes
                             se atormenta con fantasmas,
                (235)     cuando podría decirse a si mismo:
                             yo soy el Dios que ella alberga en su seno,
                             el espíritu que se mueve por todas partes.
                             Desde las oscuras fuerzas del primer eslabón
                             hasta el brotar de la primera savia,
                (240)     donde la fuerza genera fuerza y materia la materia,
                             donde nacen el primer capullo, la primera flor;
                             hasta el primer rayo de luz
                             que, como una segunda creación irrumpe en la noche,
                             iluminando el cielo noche y día
                (245)     desde los mil ojos del Mundo;
                             hasta la fuerza juvenil del pensamiento
                             donde la Naturaleza, rejuvenecida, vuelve á crearse,
                             hay una sola fuerza, un solo impulso, una vida,
                             un despliegue de avance y retroceso (11).
                (250)     Por eso nada me resulta tan odioso
                             como que alguien que se tiene por foráneo,
                             vaya pavoneándose por el mundo,
                             llenando su boca con malos discursos,
                             acerca de la esencia de la naturaleza.
                (255)     Se cree uno de esos privilegiados
                             que pertenecen a una estirpe especial,
                             de singular sensibilidad y espiritual linaje,
                              y consideran extraviados a todos los demás (12).
                              Habiendo jurado odio eterno
                 (260)     a la materia y a sus obras,
                              se conforta, en cambio, con imágenes
                              y habla de la religión como de una mujer
                              a la que sólo se permite contemplar en forma velada,
                              para no sentir deseo carnal.


                 (265)     Por eso utiliza abundantes palabras vaporosas.
                              Se siente omnipotente,
                              se cree portador en todos sus miembros
                              del nuevo Mesías aún nonato,
                              elegido, por decreto suyo,
                 (270)     para reconducir al redil
                              a los pobres pueblos, grandes y pequeños,
                              a fin de que cesen de hostigarse
                              uniéndose como buenos cristianos;
                              y para cumplir lo que él ha profetizado (13).
                 (275)     No son ciertamente de naturaleza magnética,
                              pero sí rozan a un auténtico espíritu (14),
                              lo que de su fuerza perciben
                              se imaginan haberlo producido ellos mismos,
                              y  creen que pueden señalar el Norte.
                 (280)     Pero solo saben aconsejar mal,
                              y hablar de trabajos ajenos,
                              entrometerse en todo,
                              sacudirse pensamientos entre sí.
                              Creen destilar mucho espíritu,
                 (285)     pero sólo hacen estornudar,
                              irritar con su acidez al estómago
                              y quitar el apetito.
                              Aconsejo a todo el que los haya leído,
                              si quiere curarse en salud,
                 (290)     que se tienda en un sofá con una bella joven
                              y le explique la Lucinda (15).

                              Pero a ellos y a sus iguales
                              quiero hacer saber, y no callarme,
                              que escandalizaré con vida y obra
                 (295)     su piedad y santidad.
                              Su espiritualismo y su celestialidad,
                              en tanto aún me sea permitido
                              adorar la materia y la luz,
                              y con ellas la fuerza principal de la poesía alemana,
                  (300)    en tanto me quede prendido de unos ojos dulces
                              y me sienta rodear
                              por los únicos brazos amados,
                              y en sus labios me caliente,
                              en su melodía me arrulle,
                   (305)    y tanto penetre en su vida
                              que sólo pueda aspirar a lo verdadero,
                              menospreciando todo engaño y apariencia;
                              y que no puedan mis pensamientos
                              temblar como fantasmas aquí y allá,
                  (310)    pues tienen nervios, carne, huesos y sangre,
                              y han nacido libres, frescos y fuertes.

                              A los otros, sin embargo, mando saludos
                              y, a modo de conclusión, añado:
                              ¡Váyanse al diablo
                 (315)     todos los rusos y jesuitas! (16).

                             Tales cosas escribí yo, Heinz Widerporst,
                             en el bosque de la señora Venus
                             y al segundo llamado con este nombre (17),
                             de Dios aún mucho de mi simiente.



NOTAS

(1)   Schelling alude a las obras de Schleiermacher, Reden über die Religion (1799) y de Novalis, Christenheit oder Europa. Ein Fragment (1799).

(2)   En estos versos encontramos una defensa del materialismo por parte del joven Schelling, no desmentida posteriormente, y a la que no se le había prestado suficiente atención Por ser considerado este poema por la crítica como un texto curioso o raro. No obstante, Schelling fue, ya en vida, acusado de profesar el materialismo. Precisamente estas acusaciones comienzan en torno a la fecha en que se publicó una parte del poema, cuando Reinhold (Beitrage zur leichtern Uebersicht der Zustandes des Philosophie beym Anfange des 19 Jahrhunderts, 1801, p. 69) le reprocha haber confundido la materia y el espíritu. Más tarde, Feuerbach en su Das We-en des Christemthums (Berlín 1956, p.159), elogia la concepción sensual-materialista de Dios implícita en la filosofía schellinguiana. Posteriormente Lukács en Die Zerstörung der Vernunft (1962) y Habermas en "Dialektischer Idealismus im Ubergang zum Materialismus. Geschichtsphilosophische Folgerungen aus Schellings Idee einer Contraction Gottes" (Theorie und Praxis, Suhrkamp, Frankfurt am Main, 1971), matizarán y desarrollarán esta interpretación. Más recientemente Miklos Vetó ha subrayado el carácter negativo, crítico, ontológico general, de esta Idea de Materia que, no siendo más que una Idea-límite, conectaría con la tradición neoplatónica (Le Fondement selon Schelling, Beauchesne, París 1977, p. 176 ss.).

(3)  Contraposición irónica de Schelling: Los "dulces perfumes”(Süssen Düften) del "templo" femenino parodian "las misteriosas iglesias, adornadas con alentadoras imágenes llenas de dulces perfumes" (Novalis, La Cristiandad o Europa, Instituto de Estudios políticos, Madrid 1977, p. 73), que Novalis sitúa en una idealizada Edad Media.

(4)   Alusión a la propuesta que hace Novalis en La Cristiandad o Europa de buscar el Ideal futuro de la unidad europea en el cristianismo católico medieval. Ideal no utópico sino buscado con la intención de tener un modelo que sirva de orientación en la política de constitución, o mejor, de restauración de Europa. De hecho influirá en la formación posterior de la Santa Alianza.

(5)   En estos versos, Schelling, después de hacer una parodia de la nostalgia novaliana por la unidad cristiana del Mundo, cuando Roma era el centro político y a la vez religioso de la civilización, se refiere al tema iconográfico de la boda y coronación de la Virgen, símbolo del eterno femenino salvador, tan querido a los románticos y al propio Novalis.

(6)    Schelling parece reprochar a estos primeros románticos el haber usado en vano el primado kantiano-fichteano de la moralidad. En la obra citada dice Novalis: “Religión es moral en la dignidad más elevada, como Schleiermacher ha dicho con gran acierto” (Ibid., p. 138).

(7)   Probable alusión al párrafo de Novalis: “El europeo está por encima del alemán, como éste sobre el sajón, el sajón sobre el habitante de Leipzig. Sobre él está el ciudadano del mundo. Todo lo nacional, temporal, local, individual, se deja universalizar y, así, canonizar y generalizar. Cristo es  un compatriota así ennoblecido,” (Ibid., p. 134)

(8)   Resonancias del goethiano buscar la divinidad in herbis et Lapidibus, que pretende seguir la identificación espiritualista de Dios con la Naturaleza, al hilo de la proposición XXIV de la primera parte de la Etica que dice: “Quo magis res singulares intelligimus, eo magis Deum intelligimus”. (Véase p. ej. H. Timm, Gott und die Freiheit. Studien zur Relígionsphilosophie der Goethezeit, Ed.1: Die Spinozarenaissance, Frankfurt a. Main, 1974, p.317).

(9)   El gusto por el simbolismo de las piedras preciosas, minerales y otros fenómenos naturales, era una característica de la  poesía de Novalis quien, sublimando su profesión de ingeniero de minas, los convertía en símbolos de una gnosis soteriológica. Su propio pseudónimo Novalis, significaba terra novalis, materia prisma cósmica.

  (10)  Como prólogo a las Lecciones de Erlangen y Munich, Schelling vuelve a leer estos versos para mostrar frente al Hegel triunfante, que siempre había tenido un Sistema general del Espíritu que se despliega. (Ver la Introducción de Führmans a F.W.J. Schelling, Initia Philosophiae Universae. Erlanger Vorlesung W S 1820/21, Bonn 1969, p. XVI, n. 9).
     
 (11) En estos dos últimos versos, Schelling introdujo una variante que corrige el teleologismo implícito en los versos que ocupaban su lugar y que fueron tachados por el autor. Los versos tachados rezan así: "Hay una sola fuerza, un despliegue, una trama/una aspiración y un impulso hacia una vida siempre más alta".

 (12) Novalis, cuyo verdadero nombre era Friedrich Leopold von Hardenberg, pertenecía a una familia noble de la Baja Sajonia y fue un defensor doctrinal de este estamento aristocrático.

  (13) Véase nota 4.

 (14) Probable alusión a Fichte, de quien Novalis fue alumno en Jena, o al propio Schelling, a quien había conocido ya en Diciembre de 1797 y de cuya obra Von der Weltseele  era un declarado admirador.

 (15) Schelling contrapone aquí al espiritualismo angelical y mágico de Novalis la invitación al erotismo sensualista que destila la novela de Friedrich Schlegel: Lucinda (1799), en la que su autor, siguiendo Ideas implícitas en la filosofía de la Naturaleza Schellinguiana, describía, con gran lirismo, los aspectos más puramente físicos del amor, por lo que se desató un memorable escándalo. (Hay traducción española: Lucínda. Confesiones de un inexperto, ed. de Berta Raposo, Natan, Valencia 1987).

  (16) Con la expresión “los rusos”, Schelling alude al continuador de la polémica de Nicolai contra los románticos, August von Kotzebue (1761-1873), dramaturgo y miembro de la Academia de las Ciencias prusiana, que había estado al servicio del Zar. Por lo que respecta a “los jesuitas”, Novalis esperaba de la actividad ejercida por estos y por los masones la renovación eclesiástica que fundamentase la nueva Europa por él preconizada.

  (17) El primer Heinz Widerporst es el protagonista de un sainete de Hans Sachs  del año 1524.