lunes, 25 de julio de 2011

Por una refundación de la filosofía positivista

El Positivismo, bajo la forma última de la filosofía analítica anglosajona, atraviesa hoy una fuerte crisis, aquejado de síntomas fatales de agotamiento creativo como son el escolasticismo, la trivialidad y falta de interés para un público general de sus discusiones, el especialismo en cuestiones filosóficas regionales ( el lenguaje, la "mente"), fatal para la auténtica filosofía, aunque no lo sea tanto para las ciencias, etc. Dicha crisis es paralela a la sufrida por la filosofía marxista tras la caída del Muro de Berlín. Ello está conduciendo en USA, principal baluarte durante la Guerra Fría, y aún hoy, de la filosofía positivista, hacia la búsqueda de una nueva filosofía de recambio que les permita mantenerse en la vanguardia filosófica, como ocurrió en la segunda mitad del pasado siglo. Se ve esto con claridad en la figura de su más famoso intelectual en el momento presente, George Lakoff, discípulo crítico y sucesor del gran Chomsky, cuando propone en su libro Philosophy in the flesh (1999), escrito en colaboración con M. Johnson, la vuelta a un positivismo fenomenológico inspirado en el Husserl de Merleau-Ponty.

Un positivismo fenomenológico que se inspira en el último Husserl del “mundo de la vida” (Lebenswelt) y que busca la génesis de las metáforas (Lakoff & Johnson, Metáforas de la vida cotidiana, Cátedra, Madrid, 1980) en la racionalidad inscrita en los cuerpos humanos, en la “carne” (flesh) de sus circuitos neuronales que coordinan de forma lógica los movimientos y acciones del sujeto. Dicho movimiento científico-filosófico norteamericano, en el que se inserta el propio Lakoff, es más amplio e incluye a neurofisiólogos como Antonio Damasio, G. Edelman, biólogos como G. Batenson, H. Maturana, F. Valera, E. Rosch o E. Thompson, expertos en robótica como R. Brooks, H. Moravec, filósofos como A. Clark, H. Hendriks-Jansen, etc. (ver http://en.wikipedia.org/wiki/Embodied_philosophy). En dicho movimiento, además de remitir sus raíces estrictamente filosóficas a Husserl y Merleau Ponty, también se señalan a Unamuno, Ortega y Gasset y Heidegger como ilustres antecesores de los planteamientos básicos de la tesis del "embodiment".

En tal sentido, la propuesta de una renovación de la filosofía que denominamos Pensamiento Hábil (Ver Manuel F. Lorenzo, Introducción al Pensamiento hábil (2007), Principios Filosóficos del pensamiento Hábil (2009) y Del Yo al Cuerpo (20011)), se inserta y converge con dicho movimiento positivista en sus aspectos más básicos, aunque pongamos más el acento en las cuestiones más estrictamente filosóficas. No solo por el interés que ya mostramos en rescatar, para una renovación filosófica, la propuesta de una Filosofía Positiva hecha por el viejo Schelling frente a la Filosofía Negativa de su filósofo rival y contemporáneo, Hegel, (ver Manuel F. Lorenzo, La última orilla, 1989), sino también por rescatar planteamientos filosóficos que parecían periclitados, como el raciovitalismo de Ortega o los aspectos más pragmatistas de Heidegger ligados a su Idea del "Ser a la mano".

No obstante, una diferencia más de grado que de fondo, la pondríamos en la mayor importancia que otorgamos a la figura de un precursor de las tesis del "embodiment" como Jean Piaget. Pues en USA la influencia del psicólogo suizo ha sido mayor en el área de la Pedagogía que en el área propiamente psicológica, en parte debido a la influencia y mayor prestigio de la Psicología Conductista tipo Skinner. En España, la influencia de Piaget ha sido muy grande, tanto entre los pedagogos como entre los psicólogos y, por ello, el punto de partida de Pensamiento Hábil se remite necesariamente a su innovadora obra. Además, Piaget no debe ser considerado como un mero psicólogo, sino como alguien que puso también en marcha un proyecto ambicioso de una nueva explicación general del conocimiento, denominado Epistemología Genética, cuyas fronteras se mueven entre la ciencia y la filosofía. Buen conocedor de la tradición filosófica clásica, aunque creyese que podía superarla para pisar un terreno puramente científico al plantear de nuevo los fundamentos del conocimiento humano, de hecho no pudo escapar a supuestos filosóficos tan básicos como la tesis de que el conocimiento deriva, no tanto de las meras sensaciones como de las acciones de los individuos, tesis enunciada modernamente por Fichte. Por ello aceptamos en parte su rechazo a la filosofía puramente especulativa pero no a la filosofía positiva, que plantea como ineludible el asumir los resultados necesariamente parciales de las ciencias cognitivas como punto de partida positivo sobre el cual iniciar una reflexión más general, propiamente filosófica.

Una filosofía, en la tradición positivista que inaugura Comte, debe desarrollar, además de una explicación general del conocimiento, una explicación particular del conocimiento científico siguiendo las distintas clases de ciencias. En este terreno, sin embargo, Piaget no fue más allá de la organización de congresos y reuniones interdisciplinares sin conseguir una acabada teorización del conocimiento científico. Pero Piaget, en España, influyó con más fuerza quizas que en otros lugares, en el campo de la creación más estrictamente filosófica. Como prueba de ello nos remitimos a la obra de Gustavo Bueno quien, en su Teoría del Cierre Categorial, (1992-93) desarrolla una teoría de la ciencia en la que se concede una importancia esencial a las operaciones corporales de los científicos en la construcción de los teoremas en los que se condensa las leyes científicas. Dicha concepción incorpora aspectos esenciales de la obra de Piaget, sin los cuales no se hubiese podido desarrollar. Pero, al mismo tiempo, al mezclarlos con componentes ontológicos más cercanos a la tradición materialista marxista, la obra filosófica de Bueno se sitúa en un terreno que, para una mentalidad positivista, resulta sospechosa de recaer en una especie de "metafísica" escolástica. De ahí, que desde la propuesta de una nueva filosofía positiva como la que se abre camino en la "embodied philosophy", el Pensamiento Hábil que proponemos, deba insertar los brillantes resultados, tanto de la Epistemología Genética piagetiana como de la Teoría del Cierre Categorial buenista, en una fundamentación filosófica nueva que sea capaz de corregir a la vez defecto del "cientismo" de uno como el error de "la metafísica" del otro. En tal sentido hemos propuesto una filosofía positiva operatiológica como superador del positivismo fenomenológico de Husserl y, al mismo tiempo, como una vía abierta para alcanzar nuevos y prometedores resultados filosóficos.

Manuel F. Lorenzo