martes, 19 de abril de 2016

El separatismo y la democracia española actual

    El mal que está minando la actual Restauración Democrática es muy diferente del que afectó mortalmente a la Restauración decimonónica. Ya no es el caciquismo de la compra del voto. El mal es nuevo, es el crecimiento del separatismo. Ortega sostenía que el caciquismo no era un producto conscientemente buscado por los que instauraron aquel régimen, sino que era un resultado inexorable y necesario del choque de la Constitución con el país real, debido a que, en los distritos rurales, que eran la mayoría en una España todavía eminentemente agrícola y atrasada, el elector llamado a votar no entendía, por su incultura y atraso, las diferencias ideológicas entre conservadores, liberales, etc. Y por tanto se abstenía. Como no había elección, el Gobierno nombraba, por defecto, esto es, sin votos, a los llamados diputados "cuneros". Estos eran entonces los encargados de repartir los fondos gubernamentales para hacer obras y otras cosas que afectaban directamente la vida y haciendas de los rurales. Entonces es cuando aparece el avispado cacique rural que convence a aquellos ignorantes electores para que le voten a cambio de un dinero, que le compensaba adelantar por cada voto, con vistas a obtener, como representante electo por verdadera votación, los cuantiosos dineros y beneficios gubernamentales que se encargaría de administrar en su personal beneficio. Así había elección donde antes predominaba la abstención, solo que la elección se basaba en la corrupción. No obstante el Régimen no podía subsistir de otra forma y pudo resistir mientras la suma de diputados de las grandes ciudades, donde no había necesidad del caciquismo por la mayor cultura política ciudadana, y la de los cuneros, fue mayor que la de los corruptos distritos rurales. Pero en el momento en que estos últimos fueron mayoritarios y con capacidad para chantajear con chulería al propio Gobierno, el Régimen canovista se hundió en crecientes desordenes públicos por el desgobierno del poder central.

      Por ello, es preciso hacer un análisis comparativo con lo que está pasando hoy con el crecimiento del separatismo catalán y vasco. Estos lodos vienen de un problema diferente. Hoy España ya no es aquel atrasado país rural, sino un Estado industrial moderno, que se estaba ya acercando a converger realmente con nuestros vecinos europeos más industrializados. El separatismo, como antaño el caciquismo, no hay que verlo necesariamente como un resultado de la mala fe de nuestros políticos, sino que deriva de una carencia no prevista de los propios electores españoles. Esta carencia la situaríamos en la mentalidad política persistente en el electorado de las “dos” Españas, reflejadas en los dos grandes partidos, PP y PSOE, y la debilidad electoral de una “tercera” España. Esta es la que, integrada por las capas más tolerantes de la sociedad española, debía votar a partidos centristas que hiciesen de balanza y equilibrio del poder, como ocurre en otros países europeos con los partidos liberales (Alemania, Inglaterra, etc.). En el inicio del actual Régimen político existieron propuestas de tales partidos, como el CDS de Adolfo Suarez. Pero electorálmente no consiguieron convertirse en bisagras del sistema bipartidista determinado por la Ley d’Hont. La llamada Tercera España no votó con suficiente fuerza a dicho partido y entonces ocurrió necesariamente algo inesperado: el papel de bisagra, ante el empate de las dos grandes fuerzas políticas de conservadores y socialistas, pasó a ser desempeñado por las minorías separatistas de catalanes y vascos, que habían sido beneficiados por el sistema electoral impuesto con una ponderación alta del peso nacional de sus votantes. 

     Estas minorías, en principio no mostraban ningún interés por la democracia o la Constitución española. Incluso los peneuvista vascos no la votaron. Pero todo cambió cuando comprendieron que apoyar con sus votos al Gobierno nacional permitía una mayor transferencia de competencias administrativas que aumentaban su capacidad de autogobierno y su camino hacia la meta independentista, a la que nunca habían renunciado. Las transferencias competenciales han sido tan desmesuradas que el Gobierno central cada vez se veía más impotente para controlar y gobernar extensas áreas del territorio nacional, el cual se cuartea por la conversión de facto del Régimen Autonómico inicial en un Régimen Confederal, en una especie de Reinos de Taifas. 

     Por ello estamos alcanzando el momento en el que esta 2ª Restauración empieza a naufragar ante la chulería chantajista del independentismo aliado con el republicanismo totalitario de Podemos. Pero hoy no parece posible un Primo de Rivera. Solo la “dictadura de Bruselas” podrá frenar por un cierto tiempo, como en Grecia, un desgobierno autodestructivo. Queda la esperanza de que el reformismo centrista llegue a ser entonces no una opción electoral más sino una necesidad imperiosa. 

(Artículo publicado en El Español, 1-4-2016)

domingo, 3 de abril de 2016

La mano y la creación del mundo

     Me ha llamado la atención una reciente noticia, publicada en EL ESPAÑOL con el titular Un estudio sugiere que la manos siguen el diseño del Creador, sobre un polémico estudio científico que analiza la biomecánica de las manos realizado por cuatro investigadores chinos en la prestigiosa revista norteamericana PLOS ONE y que ha levantado polémica por sugerir que el prodigio de la compleja y refinada capacidad de coordinar los movimientos de nuestras manos apuntaría al misterio de un diseño propio del Creador.
    Ya en el siglo XIX Charles Bell, un médico inglés, había publicado un libro clásico de anatomía titulado The Hand: Its Mechanism and Vital Endowments as Evicing Design (1833) en el que sostenía que sólo un Creador divino habría podido haber hecho algo tan asombrósamente adecuado y hábil como la mano humana. Pero, otro inglés llamado Charles Darwin, explicaba en The Descent of Man (1871), basándose en su conocida Teoría de la Evolución, las maravillas de la mano humana, no como fruto de supuesto Creador, sino como un largo resultado evolutivo de la adopción del bipedismo y la postura erguida por los primeros homínidos que abandonaron la vida arbórea, resultando una mano libre y exenta que empezó a ser usada para fabricar utensilios técnicos, claves para explicar nuestra posición dominante en la Naturaleza frente al resto de las especies animales.
     El tema de la importancia clave de la mano en nuestro éxito adaptativo ha sido estudiado con más detalle en el siglo XX por primatólogos como John Napier en sus libros Hands (1980) o The Roots of Mankind (1970) y médicos neurólogos como Frank R. Wilson con su libro La mano: De como su uso configura el cerebro, el lenguaje y la cultura humana (1998).
     Más recientemente un filósofo inglés, afincado en los EEUU, Colin McGinn, ha publicado el libro Prehension. The Hand and the Emergence of Hunanity (MIT Press, 2015), en el que, con base en los resultados más seguros establecidos por diversas disciplinas científicas, como la biología evolucionista, la paleo-antropología, la anatomía, la neurología, la lingüística, la psicología y la propia filosofía cognitiva, sostiene que la capacidad que nos proporcionan las manos para coger o aprehender (to grasp,to grip) los objetos de nuestro entorno, -y que denomina con el término "prehensión" que da título a su libro-, fue crucial en la emergencia del homo sapiens.
     Pero lo que lo distingue de los libros citados anteriormente es que Mc Ginn, conocedor y practicante autorizado de la filosofía analítica del lenguaje, profundiza con verosimilitud y agudeza expositiva en la importancia crucial de las manos como instrumentos simbólicos en el origen de nuestra capacidad lingüística. Propone incluso que se fomente un Culto a las Manos, debido a que la revolución tecnológica actual, en la que se pueden manejar dispositivos técnicos con impulsos cerebrales, podría llegar a relegarlas en una futura civilización humana “cerebro-centrista”.
     Se perderían muchas cosas que hoy nos dan calor, como las caricias amorosas o los apretones de manos, que tanto nos unen, por lo que quizás no deberíamos dejar que unos órganos tan delicados y versátiles, que nos han constituido como seres inteligentes a lo largo de la evolución, -que hoy atestigua la paleo-antropología con pruebas científicas tan contundentes-, puedan degenerar en unos inútiles colgajos.
     Debemos, por ello, volver a mirar de un modo nuevo nuestras manos, sin tener que asilarnos en ese refugio de la ignorancia que remite su diseño maravilloso a un desconocido Creador y verlas más bien como una palanca o trampolín con un significado científico y filosófico, profundo y básico, que actúa como garante de la racionalidad del mundo en el que vivimos, como muestran los libros citados desde la interpretación no teológica de Charles Darwin.
     Las manos, una especie de “yo”, de carne y hueso, como decía Unamuno, se nos muestran en tales libros, como el nuevo trampolín o fundamento firme, a partir del cual podemos redescubrir el sentido racional y oculto del mundo vital cotidiano, en el que inconscientemente nos movemos y adaptamos cada día, cumpliendo la dura ley de nuestra existencia.
     Frank R. Wilson nos lo recuerda en el prólogo de su libro antes citado: “Cada mañana empieza con cierto ritual en nuestra cadena de obstáculos privada: objetos que deben abrirse y cerrarse, alzarse o presionarse, retorcerse o doblarse, extraerse, mezclarse o atarse, así como algo del desayuno que debe mondarse, exprimirse, tostarse, prepararse, cocerse o freírse. Las manos se mueven tan hábilmente en este terreno que no reparamos en sus logros. ¿Qué sería de nosotros sin las manos? Nuestras vidas están tan llenas de experiencias corrientes en las que intervienen las manos de manera tan hábil y silenciosa que raramente pensamos en lo mucho que dependemos de ellas”.
(Artículo publicado en El Español, 11-3-2016)