lunes, 27 de marzo de 2023

El sentimiento de lo siniestro y Picasso

 



     Se ha perdido la capacidad de expresar el gusto artístico. Hoy la mayoría de la gente no sabe más que emplear expresiones como “que guay”, “super”, etc. Se nota que se ha perdido la educación del gusto artístico. Habría por ello que volver a la época de Kant, el cual rompió la todavía simple alternativa que hasta entonces había para diferenciar entre lo que era una obra bella o no lo era. Lo bello era lo que producía un placer al contemplarlo, por ser armónico, lo que gustaba universalmente, etc. Lo no armónico, desproporcionado, etc., era considerado feo, sin valor artístico. Pero Kant percibió que estaba irrumpiendo una nueva sensibilidad en los llamados artistas románticos que con sus obras rompían el tradicional dualismo dominante de lo bello y lo feo. Pues sus obras, al no ser armónicas, tratando de representar por ejemplo un mar embravecido, no eran ya bellas según los cánones clásicos, pero tampoco eran feas o meramente indiferentes al gusto, pues no dejaban de producir un nuevo sentimiento artístico, una mezcla de asombro y angustia ante la irrupción de las poderosas fuerzas naturales desatadas en una tormenta, mezclada con el sentimiento de nuestra superioridad intelectual y moral sobre tales fuerzas, meros mecanismos físicos ciegos perfectamente comprensibles desde la moderna ciencia newtoniana.

Dicho sentimiento empezó a ser llamado el sentimiento de lo sublime por críticos ingleses como E. Burke, que Kant conocía. Lo bello producía una alegría al contemplarlo, pero lo sublime producía más bien asombro y temor, mezclado con un sentimiento de superioridad moral. Lo sublime podía ser dinámico, como la contemplación de una tempestad, pero podía ser también sublime matemático, como cuando se contempla algo inmensamente grande, como el cielo estrellado, las rocosas alturas alpinas, caóticas y carentes de forma, que tanto gustaban a los románticos.

Hoy el arte Romántico ya está en los museos y ha pasado a ser un clásico, en rivalidad con el tradicional arte clásico de procedencia greco-romana. Pero lo que sigue siendo más actual de los análisis kantianos del Arte en su Crítica del juicio, es precisamente la ruptura del monopolio que el sentimiento de lo bello tuvo secularmente sobre el gusto artístico. A partir de Kant es posible la exploración de nuevos sentimientos artísticos, como demostró con sus análisis filosófico-sistemáticos sobre lo sublime. Quizás el sentimiento más influyente en el siglo XX fue el llamado sentimiento de lo siniestro que emerge en el arte de las Vanguardias de principio del siglo ligado a movimientos como el Surrealismo o el Expresionismo. La definición de dicho sentimiento puede localizarse ya en la época inmediatamente siguiente a Kant. Fue Schelling quién dio la definición del sentimiento de lo siniestro: “Lo siniestro (Das Unheimliche) es aquello que, debiendo permanecer oculto, se ha revelado”. Y Freud definió lo siniestro como “aquella suerte de sensación de espanto que se adhiere a las cosas conocidas y familiares desde tiempo atrás”. Señaló que unheimlich es el antónimo de heimlich (íntimo, secreto y familiar, hogareño, doméstico). Es entonces lo que no es familiar. Con él, lo familiar se torna fácilmente espantoso y siniestro.

Eugenio Trías ha escrito un magnífico libro titulado Lo bello y lo siniestro (1982) y ha dedicado interesantes análisis a la obra cinematográfico de Hitchcock, en cuyas famosas películas Vertigo o Psicosis el autor procura explorar unas historias que desaten el sentimiento de lo siniestro en el espectador. En Psicosis con el atractivo y amable recepcionista de un motel de carretera (Anthony Perkins), donde la protagonista, en su huida de la persecución policial tras cometer un robo, cree poder encontrar un lugar seguro para pasar la noche. Pero encuentra la muerte al ser asesinada (la famosa escena de la ducha) por aquel agradable recepcionista que, en el fondo, era un loco paranoico a causa de una madre dominante que mantenía muerta en la siniestra casa de la colina.

El llamado cine negro o la propia novela negra, hasta las series televisivas como CSI, no harán más que explorar hasta el hartazgo este nuevo sentimiento artístico que acabará sustituyendo a las llamadas películas de guerra, cuyo sentido último era la exploración del sentimiento romántico ante el sacrificio del héroe. Pero la guerra hoy ha cambiado. Por eso El “Guernica” de Picasso explora de forma genial el sentimiento de lo siniestro al representar una población rural y familiar de una pequeña localidad campesina donde comparece inesperadamente la destrucción criminal producto de la guerra. Dicha obra se ha convertido por ello en un icono del sentimiento de lo siniestro de la misma forma que la obra de Kaspar David El caminante sobre el mar de nubes se convirtió en el siglo XIX en un icono romántico del sentimiento de lo sublime ante la naturaleza amenazadora.

Manuel F. Lorenzo