La posible semejanza de planteamientos de
fondo vitalista entre Piaget y Ortega era un tema que, como conocedor de la
obra de ambos autores, me parecía digno de investigar. Pero la lectura de las
obras completas de Ortega no ofrecían ni rastro de una referencia de Ortega hacia
el psicólogo suizo. Por ello, hace algo más de una década, escribía sobre la
afinidad del proyecto raciovitalista de Ortega con el estructuralismo de Jean Piaget
manifestando que,
“Así como hubo un segundo Heidegger no
hubo propiamente un segundo Ortega. Si Ortega no hubiese fallecido en 1955 y
hubiese sobrevivido a la moda existencialista, se encontraría con otra moda, la
del estructuralismo, en la que hubiese encontrado una afinidad metodológica
mayor para dar con los estímulos que le permitiesen un desarrollo sistemático
de la razón vital (…) Influida por ese mismo estructuralismo, mi generación se
encontró con un arsenal de descubrimientos de la nueva Psicología de Piaget que
ciertamente le hubieran permitido también ya a Ortega justificar positivamente
el origen del conocimiento en el ser ejecutivo” (Manuel F. Lorenzo, “Idea de
los principios y estructura más general de una filosofía de la razón manual,
entendida como síntesis de la razón vital y de la razón fronteriza”, Studia Philosophica, III, Universidad de
Oviedo, 2003, p. 26).
En otra obra posterior insistía en lo
mismo:
“Ortega señala en otro lugar, como crítica
a los ejemplos de una psicología idealista que actúa todavía en los
fenomenólogos, que ‘convendrían menos ejemplos <> y
más de actuaciones no psíquicas, como fabricar, coger con la mano, fundar una
industria, casarse’ (J. Ortega y Gasset,
“Vida como ejecución (el ser ejecutivo)” en ¿Que
es conocimiento?, Revista de Occidente en Alianza Editorial, Madrid, 1984,
p. 53). Su concepción del sujeto operatorio frente al Yo del idealismo, que ha
sido subrayada por él y por sus discípulos inmediatos como la concepción del Ser como ejecutividad, debe ser recuperada
como un anticipo de la importancia que obtiene, posteriormente a su muerte,
concretamente en la década de los sesenta, marcada en las ciencias humanas por
el estructuralismo francés, la consideración operatoria manual en el análisis
de la realidad humana, en la línea en que Jean Piaget introduce una concepción
operatoria en la génesis de la inteligencia infantil” (Manuel F. Lorenzo, Principios filosóficos del Pensamiento Hábil,
Lulu, 2009, p. 67).
En aquella época no tenía conocimiento
sobre si Ortega había conocido la obra de Piaget publicada en las décadas
anteriores a la irrupción del Estructuralismo francés en los años 60. Pues de la lectura de sus obras
no recordaba ninguna referencia de Ortega al psicólogo suizo, ya entonces
conocido en los ámbitos de la psicología académica, desde los años 30 y 40. No
obstante, más adelante he tenido conocimiento de que la investigación
especializada ha confirmado la presencia de dichas semejanzas entre las
concepciones de ambos autores basándose en la existencia, en la voluminosa
biblioteca personal del filósofo madrileño, de unos 20.000 volúmenes, de varios
libros de Piaget, con anotaciones y comentarios manuscritos del propio Ortega.
Así J.C. Loredo y E. Lafuente han estudiado esta influencia, que no hemos encontrado en sus obras publicadas, a través
de la fuente indirecta de los libros de su biblioteca:
“A la hora de hacer Historia, existen
muchas maneras de entender la presencia de las ideas de un autor en la obra de
otro. No siempre hay influencia intelectual directa. A menudo se da sólo una
coincidencia de puntos de vista sobre cuestiones concretas; pero no es raro que
tal coincidencia revele claves significativas sobre las posiciones teóricas de
fondo de los autores y cómo estos las han elaborado.
Hemos querido estudiar la coincidencia entre
el psicólogo Jean Piaget y el filósofo José Ortega y Gasset a propósito de
puntos centrales en la idea orteguiana de sujeto,
como son la formación del Yo, la distinción entre ideas y creencias o la
concepción de las cosas como “prágmata”
(instrumentos para el sujeto). A la luz de los resultados obtenidos, creemos
posible hablar de una concordancia entre algunas ideas piagetianas y
orteguianas. Ambos autores defienden que el sujeto se forma a partir de una
indiferenciación inicial y mediante la interacción con los objetos y con los
demás sujetos. Particularmente –como veremos- Ortega recoge algunas ideas de
Piaget al exponer, en El Hombre y la
Gente (publicada póstumamente en 1957), su teoría de la formación social
del Yo” (J.C. Loredo y E. Lafuente, “La presencia de Piaget en la idea
ortegiana de sujeto”, Revista de Historia
de la Psicología, 1998, vol. 19, nº 2-3, p. 203).
Los libros de Piaget encontrados en la
Biblioteca de Ortega, según dicha investigación, son los siguientes:
-El lenguaje y el pensamiento en el niño,
La Lectura, Madrid. Trad. de D. Barnés del original en francés publicado en
1923.
-El juicio y el razonamiento en el niño,
Trad. de Barnés. Madrid, 1929.
-La causalidad física en el niño, Espasa
Calpe, Madrid, 1934. Trd. De J. Comas.
-La representación del mundo en el niño,
Espasa Calpe, Madrid, 1933. Trad. de Vicente Valls y Anglés.
-La naissance de l’intelligence chez l’enfant,
Paris, 1936.
-La contruction du réel chez l’enfant,
Paris, 1937.
-La genése du nombre chez l’enfant, Paris,
1941.
-La psychologie de l’intelligence, Paris,
1947.
Los cuatro primeros contienen anotaciones
de Ortega. Son obras de juventud de Piaget y algunas posteriores, pero ninguna
alcanza el periodo en el que madura su Proyecto de una Epistemología Genética,
donde Piaget expondrá los fundamentos y resultados de una nueva Teoría del
Conocimiento. Tras su análisis, los autores de la investigación obtienen de su
estudio unas conclusiones que me parecen sumamente interesantes:
“Hemos constatado la coincidencia entre
Ortega y Gasset y Piaget en algunos puntos importantes de sus respectivas
obras, los cuales giran en torno a la formación del sujeto en general, y
particularmente al carácter social de la circunstancia y la formación del Yo en
interacción. Creémos que nuestro método consistente en estudiar textos de
Piaget anotados por Ortega, permite pensar en el eminente psicólogo suizo como
fuente de algunas ideas orteguianas tal como se hallan expuestas, sobre todo,
en El Hombre y la Gente. De acuerdo
con los criterios que en su día utilizó H. Spiegelberg (1972) para distinguir
tipos de influencia intelectual,
podríamos hablar de una presencia de Piaget en Ortega que es impersonal, directa, y parcial. Más
específicamente –en cuanto al tema de la formación del sujeto-, hablaríamos de
una corroboración (confirmación de
puntos de vista) o incluso de una estimulación
(fundamento o pretexto para la formulación de esos puntos de vista).
Las coincidencias teóricas más llamativas
se refieren a la indiferenciación inicial entre sujeto y objeto y su progresiva
superación a través de la delimitación del Yo como consecuencia del contacto
social y la interacción con las cosas.
Con todo, la relevancia teórica de esas
coincidencias aumenta si las enmarcamos en las tradiciones intelectuales de
ambos autores: la constructivista en Piaget, y la fenomenológica en Ortega. La
fenomenología considera al sujeto como una conciencia
que alberga objetos intencionales. Ahora bien, Ortega intenta justamente, en
toda su obra, superar la fenomenología mediante una concepción del sujeto como
inherentemente vinculado al mundo de los objetos prácticos. El sujeto, pues, ya
no ha de verse como cerrado sobre el mismo, imagen ésta en la que aun se
inspiran las metáforas del ‘choque’ y la negación recíproca en la descripción
de la formación del Yo. En la tradición constructivista, y a pesar de que el
propio Piaget emplea la metáfora de la ‘resistencia’, la imagen del sujeto es
más bien la de algo que realmente se constituye a sí mismo a través de la
correlativa construcción de los objetos. Diríamos que este sujeto no puede
‘chocar’ con el mundo porque para eso tiene que constituirse como tal
previamente” (J.C. Loredo y E. Lafuente, “La presencia de Piaget en la idea
ortegiana de sujeto”, art. cit., pp.
210-211).
Así pues, según tales investigaciones, Ortega
coincide con Piaget en la Idea de que el sujeto se constituye en interacción
recíproca con los objetos y con los otros sujetos, pero partiendo de un estado
de indiferencia en el que no se puede hablar ni de sujeto ni de objeto. Por ello
el sujeto ya hecho, como el sujeto consciente del idealismo, no puede “chocar”
con el mundo de los objetos, como suponía Fichte con su metáfora del Anstoss (choque), -aunque este choque ya
no es en Fichte, a diferencia de Kant, un producto de una cosa en sí exterior
al sujeto, sino una creación imaginaria del propio sujeto-, pues en el origen
se parte de una Indiferencia, como sostenía Schelling frente a Fichte al
proponer partir, no del Yo fichteano, sino de la Identidad como Indiferencia,
desde la cual se construyen correlativamente el sujeto y el mundo fenoménico
natural y social. Ortega estaría proponiendo una superación de la fenomenología
husserliana en una dirección muy similar a la que cristalizará después en el
Piaget maduro de la Epistemología Genética, que el filósofo madrileño sin
embargo no pudo ya conocer tras fallecer en 1955. Es curiosa también la coincidencia de ambos autores con planteamientos básicos de Schelling, tenido por precursor del Vitalismo filosófico contemporáneo.
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