martes, 16 de diciembre de 2025

Panorama futuro de los Estados nación


 

     El futuro de los actuales Estados nacionales parece tener un horizonte muy negro. Pero, cuidado, porque también parecía tenerlo el propio capitalismo durante la mayor parte del pasado siglo. La utilización del Globalismo de las minorías culturales y sexuales, radicalizando sin limites sus derechos, contribuye a dañar el reemplazo biológico generacional de las naciones occidentales, fomentando de forma propagandística el aborto masivo o la infecundidad de la mujer, destruyendo la estructura familiar tradicionalmente asentada en Occidente. Lo cual lleva a medio y corto plazo a un recambio de población por la fertilidad mucho mayor de las poblaciones emigrantes. Un serio problema para la conservación de la identidad cultural de los Estados nacionales occidentales.

 Pero el problema no se solucionaría cerrando drásticamente las fronteras nacionales a la emigración, para tratar de contener la avalancha de emigración desordenada que hoy están padeciendo USA y la EU. Tampoco fomentando la natalidad de la población nativa. Dichas medidas podrían ayudar en parte. Pero son medidas difíciles de aplicar de forma eficiente sin incurrir en formas dictatoriales o autoritarias, las cuales podrían poner en peligro la propia democracia liberal, llevándola al triunfo de incontrolables populismos reaccionarios, como ocurrió en los años 30 con el auge del nazismo.

 Los Estados-nación occidentales necesitan la emigración, como ocurrió en el Imperio romano cuando se alcanzó un nivel de vida que hacía poco atractivo al pópulo romano los trabajos más duros. Por ello se introdujo la esclavitud que proporcionaban sus conquistas, junto con la subvención económica y el entretenimiento cultural del “pan y circo”. Hoy el equivalente en una sociedad industrial avanzada serían los llamados “migrantes” (término que no me gusta porque parece más propio de animales como las aves), junto con los espectáculos subvencionados y las pagas a los nativos de un salario de subsistencia que se pide sea de por vida. La destrucción de empleos que causará la Inteligencia Artificial puede incluso acelerar tal proceso. Sin tales “migrantes” la economía colapsaría; pero con ellos podrían plantearse problemas serios de convivencia, que llevarían a luchas y enfrentamientos, dividiendo a sus poblaciones y conduciendo a guerras civiles o serios levantamientos y motines.

 En ello podrían tener una gran influencia las diferencias religiosas, raciales y culturales. Francia ha sido el país donde primero se ha observado el carácter conflictivo de una inmigración masiva musulmana procedente de sus excolonias. Las costumbres religiosas derivadas de las leyes islámicas chocan frontalmente con las derivadas de las leyes de su gloriosa tradición republicana. Barrios enteros de las circunvalaciones, donde se concentra una mayoría de población emigrante musulmana, escapan a dichas leyes y a todo control policial del Estado. Inglaterra está recorriendo en los últimos años el mismo camino por una inmigración masiva de musulmanes procedentes de Pakistán, además de los procedentes de sus antiguas colonias de África. Alemania, además de la masiva inmigración de población musulmana derivada de la guerra de Siria, tiene la anterior y persistente inmigración procedente de Turquía.  Los ataques islamistas que habían empezado en Francia (Bataclan) se han extendido a varias ciudades alemanas. La consecuencia, ante la inacción de los gobiernos seguidores de las políticas radicalmente globalistas de la UE han sido el ascenso electoral creciente de partidos como AfD, el lepenismo, Farage, etc.

 En España está pasando lo mismo, pero más atenuado porque la mayoría de la inmigración masiva irregular procede de Sudamérica, que comparte la misma cultura que la Madre Patria. La inmigración musulmana, procedente principalmente de Marruecos es mucho menor. Ello deriva del diferente modo de civilización llevado a cabo por España en América o Filipinas, convirtiendo a sus poblaciones al Catolicismo, que lo hecho por los ingleses, holandeses, etc., en la Asia donde practicaron un colonialismo puramente mercantil, tolerando sus antiguas, y muchas veces bárbaras, creencias y supersticiones religiosas. España, practicando una hábil política de mestizaje e integración de las poblaciones nativas, pagó un precio económico muy caro, pero hizo una inversión cultural que hoy podemos apreciar, pues tiene disponible una  población inmigrante que no debe plantear problemas serios de integración. El caso de USA tiene en común con España la mayoría de los emigrantes sudamericanos, además de Méjico y el Caribe. El conflicto puede derivar de sus diferentes costumbres de origen hispano o anglosajón que, sin embargo, son producto de países tan occidentales como España o Inglaterra. Por ello, no debería llevar a choques inasumibles por la mayoría de la población norteamericana.

 Japón y Australia se consideran integrados en la civilización occidental. Australia está siguiendo unas leyes de control de la emigración bastante estrictas, aunque las políticas globalistas siguen siendo allí muy influyentes. Japón está superpoblado y tiene una población muy envejecida. Buscan la solución, más que en los emigrantes, en la robótica que les pueda suministrar una disminución de la mano de obra y u sustituto de la asistencia domestica.

 Por último, Arabia Saudí y los Emiratos árabes, por su alto desarrollo económico, precisan también de una masiva emigración. Pero, al ser Monarquías absolutas, se permiten no integrar a lo emigrantes trabajadores que vienen, por ejemplo, de la India, retornándolos a sus países de origen sin otorgarles derechos políticos.

Manuel F. Lorenzo