Hoy
asistimos a una crisis abierta en la Unión Europea por la petición de salida de
una de las grandes naciones constituyentes fundamentales de la civilización
europea occidental, como es Inglaterra, con el famoso brexit.
Ello está llevando a discusiones de fondo sobre lo que es Europa, no solo como
espacio político, sino como agente cultural creador de
importantes valores civilizatorios que han permitido la
existencia de la actual Civilización Occidental que incluye los territorios más ámpliamente industrializados y desarrollados del Globo terráqueo. Hay muchas
formas de preguntarse por lo que es Europa, pero aquí vamos a intentar
responder a ello buscando algunas analogías que mantiene con la Civilización
Griega, de la cual en parte procedemos.
Los
historiadores, cuando hablan de Grecia, no la presentan como una civilización
homogénea, sino que presentan a dos ciudades-estados, Esparta y
Atenas, como dos modelos políticos enteramente opuestos, pero ambos
claves, en la explicación del desarrollo de dicha civilización. Esparta tuvo su
gran legislador Licurgo y Grecia tuvo a Solón, los cuales concibieron dos modelos de Estado muy diferentes y en gran
parte opuestos, con el predominio de la organización militar en Esparta, por el
peligro que representaron los Mesenios, y el predominio del comercio y el
cultivo de las artes en Atenas, debido a su carácter marítimo.
Europa
también puede ser vista de forma no homogénea como una civilización en la que
dos Monarquías nacionales, como la española y la inglesa, crearon dos modelos
de Estado opuestos, la Monarquía Absoluta española y la Monarquía Parlamentaria
inglesa, las cuales, tras la creación de sus respectivos Imperios, fueron decisivas en frenar y neutralizar la amenaza islámica (primero
España con su Reconquista y su Lepanto y, finalmente Inglaterra, con la
destrucción del Imperio Turco en la I Guerra Mundial). Dicha amenaza islámica
puede compararse a la que representaron para los griegos los temibles ejércitos persas, que amenazaron con
destruirlos y someterlos, pero fueron frenados por los espartanos en el paso
delas Termópilas permitiendo así la decisiva derrota naval de Salamina por la
flota comandada por Temístocles.
La
Monarquía Absoluta española establecida por los Reyes
Católicos, llevada a su máximo poder y expansión con Felipe II, fue
el primer modelo de Estado moderno centralizado y burocratizado que se creó en
Europa, imitado después por países como Francia y otros. Inglaterra, tras
fracasar su imitación de dicho modelo absolutista, ensayada desde Enrique VIII
a los Estuardo, hará triunfar, tras el enfrentamiento del Parlamento con sus
reyes absolutistas, la Monarquía Parlamentaria, teorizada por auténticos nuevos
legisladores como John Locke. Dicho modelo permitió, mejor que el español,
el desarrollo de la industria y el comercio junto con
las nuevas ciencias y la filosofía. Con él, Inglaterra acabaría imponiéndose
como potencia hegemónica en Europa, desplazando a España y a una Francia
aspirante a tal función tras las guerras religiosas entre protestantes y
católicos que asolaron Europa desde el Renacimiento.
Aunque
España no fue plenamente derrotada, pues mantendrá la mayor parte de su Imperio
hasta las guerras napoleónicas, sin embargo su influencia decaerá de forma
notable. España, como Esparta, destacó por sus grandes conquistadores y por la
efectividad de sus famosos tercios y su poder marítimo. En Inglaterra
predominó, como en Atenas, el carácter comerciante y el
fomento de las artes y las ciencias que condujeron a su
Revolución Industrial. Pero lo mismo que Esparta y Atenas acabaron siendo
rebasadas por otros modelos de Estado diferentes y que se demostraron más
poderosos, como la Macedonia de Alejandro y finalmente Roma, la superación de
la Monarquía se va a intentar primero con el modelo de República
presidencialista francesa que acabará imponiéndose con la Tercera República y
después con el ascenso en la I y la II Guerra Mundial de la República
Presidencialista de EEUU.
Un
modelo que introduce la compleja separación de poderes de Montesquieu, con un
poder presidencial que, sin pasar por el Parlamento, deriva directamente del
ciudadano permitiendo sortear las crisis a que conducirá el parlamentarismo
inglés con la extensión del voto a un elector masificado y proclive a ser presa
de los demagogos, junto con la reducción creciente del papel de su Corona a una
función meramente decorativa. Por eso se tiende a ver EEUU como una nueva Roma que pasa a hegemonizar el
liderazgo en la civilización llamada Europeo Occidental desde América, a través
de la OTAN y de otras organizaciones, aunque estén surgiendo grietas, como la
de la crisis de la propia Unión Europea, por el ascenso de las ideologías
multiculturalistas fomentadas desde la ONU, además del ascenso de una poderosa
y gigantesca economía como la que hoy representa China tras las reformas de
Deng Xiaoping.
Artículo publicado en El Español (9-10-2019)
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