El último escándalo artístico
madrileño bien sonado se produjo con la retirada de la feria artística de Arco
de la obra de Santiago Sierra, 'Presos políticos en la España contemporánea',
consistente en una serie de retratos pixelados de 24 personajes de rasgos
borrosos, pero que se pueden identificar por textos que se adjuntan
nombrándolos y describiendo la causa por la que fueron procesados y en algunos
casos encarcelados. Los personajes más conocidos de los retratados son algunos líderes políticos catalanes que encabezaron
la reciente rebelión separatista en Cataluña, como Oriol Junqueras, presidente
de Esquerra y vicepresidente del sublevado Gobierno autónomo de Cataluña
presidido por Puigdemont, Jordi Sanchez, presidente de la Asamblea Nacional
Catalana y Jordi Cuixart, de Omniun Cultural.
Además, se incluyen a
otros personajes, como los separatistas detenidos por una
agresión nocturna a guardas civiles de paisano en el
pueblo navarro de Alsasua, o los “titiriteros” detenidos en Madrid en 2916 por
su montaje de la obra La bruja y don Cristobal, en la que mostraron una
pancarta de apología del terrorismo etarra. También hay retratos de activistas del 15-M represaliados
o de anarquistas condenados y encarcelados por actos de terrorismo. Todo ello
se presenta como un caso de represalias políticas que dañan las libertades
democráticas.
La obra fue retirada por
operarios de IFEMA, la entidad en cuyos pabellones se celebró la feria de arte,
de forma urgente antes de la inauguración que debían presidir los reyes de
España. Inmediatamente surgió una polémica en los medios de comunicación sobre
lo adecuado o no de tal medida. Que si se conculca la libertad de expresión
artística o si por el contrario no es más que propaganda política de un antidemocrático golpe de estado de la
minoría separatista catalana. Ante semejante dilema, lo primero
que se nos ocurre preguntar es de que tipo de arte se trata, admitiendo, como
hipótesis, la pretensión del artista que la produjo como una obra digna de
figurar en ARCO, y admitida en principio por los propios organizadores de la
feria, que se les supone expertos en materia artística. En vez de responder,
como es habitual en el numeroso público que visita estas ferias, con
expresiones de me gusta, o no me gusta, es bella o es horrible, o en caso de un
norteamericano, “amazing or not”, vamos a tratar de usar criterios técnicos
propios de la crítica filosófica de los objetos artísticos que inicia I. Kant
en su Critica del Juicio.
En dicha obra, Kant
distingue dos tipos de sentimiento artístico que pueden despertar la
contemplación artística: el sentimiento de lo bello o el
sentimiento de lo sublime. El primero tiene que ver con las
obras del arte clásico y el segundo con las del nuevo arte romántico que estaba
surgiendo en su época. Podemos decir que la obra que contemplamos de los 24
retratos no pretende ser bella, ni tampoco despertar el sentimiento sublime de
la patria chica soñada por los separatistas. Pues las fotos son todo menos
bellas, al estar tachadas y desfiguradas. Tampoco son sublimes, pues no están
idealizadas para tratar de despertar el sentimiento de una tarea infinita por
hacer, el largo camino a la independencia, que podría reflejarse en estos
personajes, vistos como héroes valientes y decididos, como los obreros stajanovistas
que pintaba el arte soviético. Creemos, pues, que se necesitan otras categorías
artísticas que las usadas por Kant.
La categoría que nos
parece más adecuada para captar el sentimiento artístico al que se puede
aproximar la obra es la categoría del sentimiento
de lo siniestro, que fue brillantemente formulada por el
filósofo barcelonés, ya fallecido, Eugenio Trías, en su libro Lo bello y lo
siniestro (1982). Dicha categoría fue anticipada ya por otro filósofo de la
época kantiana llamado W.F.J. Schelling, quien definía lo siniestro (das
Unheinmlich), como “aquello que, debiendo permanecer oculto, se ha revelado”.
Podemos, entonces,
interpretar la obra 'Presos políticos en la España Contemporánea' en el sentido
de que, ciertamente, nos despierta un
sentimiento de angustia debido a que algo, que debía
permanecer fuera del espacio cívico propio de una democracia, se le ha
permitido revelarse, con la crudeza de una apología de la violencia más
siniestra contra las personas, las instituciones democráticas y las leyes
constitucionales: cuando contemplamos los 24 retratos, el aliento siniestro de
un Golpe de Estado o del terrorismo etarra, se revela al espectador receptor en
moldes del retrato artístico, a lo Warhol, helando el corazón del españolito
que viene a visitar la feria.
Artículo publicado en El Español (13-3-2018).
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