La reflexión sobre la ciudad y la arquitectura ciudadana es uno de los
temas de más imperiosa actualidad, no solo por razones de creciente
hacinamiento poblacional, ecológicas o económicas, sino también por razones
estéticas y filosóficas. Sobre todo desde la irrupción de la arquitectura del
acero, vidrio y hormigón, llamada moderna, de los Mies van der Rode, Le
Corbusier, etc, que ha evolucionado con fuerza suficiente desde la segunda
mitad del pasado siglo, pasando desde un funcionalismo clásico plano y desprovisto
de adornos inútiles hacia el giro
manierista de la llamada arquitectura deconstructiva, tipo Frank Gehry, en la
que se empieza a retorcer la geometría euclídea de los edificios curvando o
doblando caprichosamente las paredes, o hacia el barroquismo arquitectónico
post-moderno en el que la ornamentación tiende a imponerse por encima de la
función.
A su vez, parece anunciarse
una nueva crítica a estos coletazos tardo-modernos que ya no trata de
retorcerlos caprichósamente, provocando una deshumanización mayor del arte,
como diría Ortega, sino que busca su rechazo y su superación en una vuelta
vitalista a las fuentes humanas esenciales que nos caracterizan de modo
trascendental, no ya como sujetos metafísicamente idealizados y plenamente
computerizados, sino como sujetos existenciales, imperfectos, finitos e
imprevisibles, dados en relación con un difícil y siempre peligroso mundo
entorno natural, desde hace millones de años. Dentro de esta nueva crítica
destaca con fuerza, en los últimos años, la figura de Juhani Pallasmaa, un
arquitecto finlandés de prestigio internacional que ha iniciado con un pequeño
libro The eyes of the skin. Architecture
and the senses (2005), -traducido al español como Los ojos de la piel por Editorial Gustavo Gili (Barcelona, 2012) y
bien acogido como lectura necesaria en numerosas escuelas de arquitectura de
todo el mundo-, una penetrante crítica a la actual arquitectura predominante en
las ciudades más desarrolladas del mundo, caracterizándola como una
arquitectura predominantemente visual, hecha principalmente para ser mirada. Lo
cual implica un predominio de la imagen en esta nueva arquitectura espectáculo que confluye con la llamada cultura espectáculo, la política orientada a cuidar la
imagen de los candidatos, etc., propia de las llamadas sociedades
tardo-modernas.
Este libro de Pallasmaa fue
seguido por otros dos libros que continúan y profundizan la crítica a lo que el
autor denomina como “ocular-centrismo” arquitectónico, formando una especie de
trilogía. Son los libros: The Thinking
Hand. Existential and Embodied Wisdom in Architecture (2009), también
traducido al español como La mano que
piensa en Gustavo Gili (Barcelona, 2012) y The Embodied Image. Imagination and Imagery in Architecture (2011).
El conjunto de los tres libros, concebido por el propio autor como un tríptico,
como señala en el capítulo de reconocimientos de este último, puede ser
interpretado como formando una estructura que ejemplifica el recorrido que toda
reflexión teórico filosófica debe hacer, según el modelo académico instaurado
por Platón en el famoso Mito de la Caverna: crítica de las apariencias, salida
de la caverna buscando el fundamento verdadero y vuelta a la caverna para
reinterpretar las apariencias desde el nuevo punto de vista adquirido con el
descubrimiento de la verdad. El primer aspecto de crítica de la arquitectura
puramente visual de la ciudad “para los ojos” lo aborda Pallasmaa en Los ojos de la piel. La salida de este mundo engañoso y alienante
de la arquitectura actual, que busca impactar con la pura imaginería, la
encuentra, en La mano que piensa,
regresando a una nueva explicación del conocimiento desarrollada por filósofos
contemporáneos como Heidegger o Merleau-Ponty, Satre o Lakoff, que remite al
cuerpo y, más precisamente a las acciones manuales, al heideggeriano “ser a la mano”, como fuente
originaria de nuestra relación inmediata con el mundo (Ver en este mismo Blog. “Lamano que piensa de Juhani Pallasmaa", 4-4-2012).
El tercer libro de Pallasmaa, The Embodied Image. Imagination and Imagery in Architecture, (John
Wiley & Sons, London, 2011) que culmina el tríptico, trata exclusivamente
de la producción de imágenes en la arquitectura ciudadana actual
reinterpretando el mundo artístico de la imagen, no de forma visual,
substancial y exenta con respecto al resto del cuerpo, sino en su conexión
necesaria con la corporalidad del propio sujeto creador, o del meramente receptor
o espectador del arte que habita la ciudad y sus sofisticados edificios
arquitectónicos. Después del rechazo y crítica de la imaginería
ocular-centrista, que propicia la salida de tan engañoso mundo propio de la
caverna platónica, y la ascensión a la hápticidad manual, cual nuevo “Sol”
platónico revelador de nuestra verdadera condición humana, Pallasmaa está en
condiciones ahora de desarrollar un nuevo punto de vista liberador. Dicho punto
de vista se sustancia en la propuesta sistemática de construir una nueva imagen
de la ciudad, una imagen corporeizada (embodied
Image) que no pierda su enraizamiento existencial en la hápticidad
manual. Como escribe el propio autor:
“Este libro fue escrito en la
creencia de que nosotros mismos podemos liberarnos y sensibilizarnos por medio
de un entendimiento del mundo re-poetizado y re-mitificado y que la imaginación
humana es autónoma, auto-generadora y sin límite. Resulta esperanzador que
durante las pocas décadas pasadas la imaginería científica parece haberse
acercado a la imaginería poética y viceversa. Vivimos en un mundo –o mundos- de
nuestra propia factura y el futuro de la humanidad permanece enteramente en
nuestra capacidad de imaginar. Los capítulos que siguen analizan la esencia de
la imagen mental y de la imaginación y sugieren vías por las que podemos
transitar volviendo a enraizar el arte arquitectónico en su suelo existencial”
(Pallasmaa, J., The Embodied Image. Imagination and Imagery in Architecture, John
Wiley & Sons, London, 2011, p. 24; la traducción es nuestra)
Para ello, el autor, lleva a
cabo, en el primer capítulo, un análisis de la
hegemonía de la imagen en la cultura contemporánea, en el que repite su
diagnostico del predominio del ocular-centrismo en la publicidad, el embotamiento
y perdida de la imaginación, en la arquitectura espectáculo, etc., con la
consecuente pérdida del sentido de realidad. En el capitulo segundo encontramos
un análisis de la relación entre las imágenes, el lenguaje y el pensamiento, a
la luz de nuevos conocimientos, como los aportados, p.ej. por lingüistas como
George Lakoff, con su revalorización del papel del cuerpo en las imágenes metafóricas que configuran nuestra forma de pensar o los avances de la neurología en la localización de
las funciones cerebrales conectadas con las imágenes verbales o plásticas:
“Las relaciones e
interacciones entre imaginería y lenguaje, percepción y pensamiento, son
fundamentales para el entendimiento de la creatividad y de la mente humana. En
el pasado los prevalecientes puntos de vista lingüísticos desatendieron el
papel de las imágenes. No obstante, durante las últimas décadas, experimentos psicológicos y
psico-lingüisticos han revelado y probado el papel crucial de las imágenes
mentales o de las representaciones neuronales en el lenguaje y el pensamiento.
Estos puntos de vista tienen un significado crucial especialmente en las
filosofías y metodologías educativas” ( Op.cit., p. 26).
El capítulo tercero, el más
extenso del libro, aborda los múltiples tipos de imágenes (imágenes de la
materia, multi-sensoriales, condensadas, arquetípicas, inconscientes,
metafóricas, empatizantes, incompletas, ilusorias, icónicas, épicas,
cosmo-poéticas, etc.) tratando de comprende lo que ocurre realmente en el
proceso de imaginación, especialmente cuando lo contemplamos desde la nueva
perspectiva manual corporal, es decir, desde la nueva perspectiva de análisis
conseguida con la noción de una imagen vivida y enraizada en el cuerpo (“the lived and embodied image”):
“La noción de imagen se asocia
comúnmente a un retrato (picture)
o representación visual esquematizada.
Incluso en nuestra vida mental desarrollamos constantemente imágenes mentales o
imaginarias. La decisiva facultad de la imagen es su capacidad mágica para
mediar entre lo físico y lo mental, lo imaginario y lo percibido, lo real y lo
afectivo. Las imágenes poéticas, en particular, son corporeizadas (embodied) y vividas como parte de
nuestro mundo existencial y de nuestro sentido del yo. Imágenes, arquetipos y
metáforas estructuran nuestras percepciones, pensamientos y sentimientos y son
capaces de comunicar mensajes de tiempos pasados como también de mediar
narrativas épicas de destino y vida humana” (Op.cit, p. 40.).
El capítulo cuarto trata de
llevar a cabo una anatomía de la imagen poética o creadora considerando que en
tales imágenes coexisten simultáneamente dos realidades, la física y la
“irreal” provocada por la imaginación. En tal sentido, según Pallasmaa, es
necesario tener siempre presente esta dualidad sin reducir la experiencia
artística a algo meramente físico o visual. Por ello,
“la imagen mental o vivida es
una noción central en todas las artes, aunque ni artistas ni teóricos aludan a
menudo a ello. Cuando es mencionada, la palabra ‘imagen’ remite habitualmente a
fenómenos puramente perceptuales o visuales. Sin embargo, la imagen es una
entidad experiencial, una singularidad sintético perceptual, cognitiva y
emocional, de la obra artística que es percibida, corporeizada y rememorada” (Op.cit.,p.
93).
En el quinto y último
capítulo, trata específicamente de la imagen en la arquitectura. Su idea
esencial es que la autentica experiencia de la arquitectura no es una
experiencia puramente visual o gestáltica, al estilo de lo que sugiere la moda
pos-Bauhaus dominante, sino:
“….confrontaciones, encuentros
y actos que proyectan y articulan
específicos significados existenciales y corporeizados. A un edificio lo
encontramos, no solo lo vemos; nos aproximamos, lo tenemos enfrente, entramos
en él, se relaciona con nuestro propio cuerpo, nos movemos en torno a él y lo
utilizamos como un contexto y condición para cosas y actividades. Un edificio
dirige, decide y estructura acciones, interrelaciones, percepciones y
pensamientos. Y, lo más importante, articula nuestras relaciones con otras personas,
así como con la <> para usar una noción introducida por Louis Kahn. Las
edificaciones arquitectónicas concretizan el orden social, ideológico, cultural
y mental dándole una forma metafórica material” (Op., cit., p. 124).
Por último, solo nos
referiremos aquí, para finalizar esta breve reseña, a lo que Pallasmaa considera la más primarias
imágenes de la arquitectura:
“En el orden de su emergencia
ontológica las imágenes primarias de la arquitectura son: suelo, techo, pared,
puerta, ventana, hogar, escalera, cama, mesa y baño. Esta visión asume
significativamente que la arquitectura ha nacido más bien con el
establecimiento del suelo, una superficie horizontal, que con el techo. Como
señalamos anteriormente, las imágenes arquitectónicas profundas son más bien
actos que objetos o entidades formales. Estas entidades permiten e invitan: el
suelo invita al movimiento, a la acción y ocupación; el techo proyecta abrigo,
protección y experiencia de interioridad; la pared significa la separación de
varias estancias y categorías de espacios creando, entre otras cosas,
privacidad y discreción. Cada una de las imágenes puede ser analizada en
términos tanto de su ontología como de su esencia fenomenológica. La experiencia
arquitectónica asciende ontológicamente desde el acto de habitar y,
consequentemente, las imágenes arquitectónicas primarias pueden ser más
claramente identificadas en el contexto de la casa, de la vivienda humana” (Op. cit., p.129).
En definitiva, la propuesta de
Pallasmaa se inscribe, en este tercer libro, en la consideración de las
imágenes arquitectónicas, o artísticas en general, no ya como entidades
sustanciales o representaciones puramente visuales, sino como imágenes corporeizadas,
dadas en su relación genética con las acciones sumamente complejas, poco
estudiadas hasta la fecha, de órganos corporales pertinazmente relegados en tal
sentido, como nuestras propias manos.
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