viernes, 23 de febrero de 2024

¿Cómo se modernizó España?

































     Muchos de los problemas político y sociales por los que estamos pasando en España necesitan, para una correcta y duradera solución, de una visión de amplias miras, como la que proporcionan el pensamiento filosófico-histórico. No podemos olvidar que España necesitó de un largo periodo para su modernización, la cual no se empieza a conseguir con su plena industrialización en los finales del franquismo. Inglaterra y Francia se habían adelantado en dicho proceso de modernización mientras que España, junto con Alemania, sufrió un retraso considerable. Habría que preguntarse por el porqué de ello.  En tal sentido hay una semejanza llamativa que nos puede orientar: Inglaterra y Francia crearon sus imperios coloniales después llevar a cabo de forma triunfal sus grandes revoluciones políticas, mientras que Alemania y España crearon sus imperios antes de su constitución como naciones políticas modernas. Asimismo, su modernización no se hizo a través de revoluciones triunfantes.

La creación de la nación alemana moderna ocurre tras la división del Imperio Sacro Germánico entre católicos y protestantes. Las reformas ilustradas de Federico II inician en Prusia un proceso de modernización que permitirá una libertad filosófica gracias a la cual, siguiendo ideas de Kant, se crea la primera Universidad moderna de Europa, La Universidad de Berlín; la ciencia moderna, que en Inglaterra y Francia se había desarrollado en academias científicas, se hace en Prusia desde dentro de la propia Universidad, jugando un papel decisivo por ello en los procesos de industrialización básicos para la producción del acero y la electrificación. Dicha industrialización pasará su Rubicón con el canciller Bismarck, tras los fracasos del Parlamento de Frankfurt, despegando su proceso de industrialización en la cuenca del Rhur, impulsado por grandes empresarios como los Krupp. Bismark desarrollo una inteligente política social pactando con los sindicatos obreros, creando una poderosa seguridad social y de protección de los derechos de los trabajadores que evitó el estallido de procesos revolucionarios. Las propias ideas de creación de una unidad política federal deben asimismo mucho a los escritos políticos de filósofos como Leibniz, Fichte o Hegel. Tras la grave crisis abierta por la I Guerra Mundial, los intentos de una Revolución comunista, fracasaron creando como efecto trágico el ascenso del nazismo, el cual casi llevó a Alemania a su destrucción total. Pero, cual Ave Fenix, Alemania se volvió a reunificar y a reindustrializar convirtiéndose en la actual locomotora de la economía europea.

El caso español guarda también ciertas semejanzas. El fino olfato de Ortega y Gasset se dio cuenta de que la modernización filosófica en marcha en España ya en el siglo XIX debía de abandonar la influencia de los ilustrados franceses e ingleses para orientarse por los filósofos alemanes. Pues la imitación del modelo inglés por la Restauración decimonónica no consiguió el despegue industrial y, el intento de una revolución comunista por el Frente Popular, fue derrotado en la Guerra Civil. España despegará industrialmente siguiendo un modelo autoritario, similar al de Bismark, dirigido por Franco, con la creación de una especie de “cuenca del Ruhr” con el acero de Ensidesa y el carbón asturiano; el impulso a  la Seguridad Social y el pacto con los organizaciones obreras evitaron igualmente las explosiones revolucionarias que preconizaban sin éxito las organizaciones comunistas.

También se empezó a dar una influencia de la naciente filosofía moderna española en los procesos políticos. La propuesta de Ortega y Gasset de instaurar una división territorial por Autonomías fue introducida como lo más novedosos de la actual Constitución. Algunos ven en ella una imitación del modelo de los Lander alemanes, aunque Ortega ya insistió, en sus discursos parlamentarios de la IIª Republica, que no se trata de un Federalismo centralizador, sino de un Autonomismo descentralizador, en el cual no se discute de la soberanía nacional única e indivisible. Incluso consideró que, aunque se deben transferir muchas competencias, hay algunas que serían intransferibles como la política exterior, la justicia, la educación científica o el ejército. Ortega consideraba que las Autonomías son una especie de poderes regionales y no naciones. Torcuato Fernández Miranda, lector de Ortega, se opuso a Suarez cuando decidió introducir en sus negociaciones políticas el término “nacionalidades y regiones”. Torcuato fue apartado por Suarez, con lo que triunfó la ceguera que nos está llevando a absurdo concepto de una “nación de naciones”. Gustavo Bueno propuso solventar el error entendiendo “nacionalidades” como una institución étnica y no política. Pero los lideres dominantes siguen ciegos y no se dejan aconsejar por nuestros grandes filósofos.

Manuel F. Lorenzo


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