Pio Moa es suficientemente conocido en España
por haber escrito libros sobre la Guerra Civil como Los orígenes de la guerra civil española (1999), Los mitos de la guerra civil (2003),
etc., los cuales plantean una profunda revisión de la interpretación
izquierdista dominante en los orígenes de la joven democracia española. A pesar
del éxito indiscutible en las ventas de tales libros, el establishment mediático y cultural actualmente dominante,
estrechamente unido a la desprestigiada y corrupta clase política, sigue
negándole sectariamente el pan y la sal. De Pio Moa he leído recientemente el
libro Nueva Historia de España (La
Esfera de los Libros, Madrid, 2010), en el que se propuso ofrecer una revisión
de la entera Historia de España. El libro es voluminoso (más de 900 páginas) y,
necesariamente, de carácter generalista. En él procura Moa, entre otras cosas,
limpiar la Historia de España de las exageraciones e infundios de la llamada
Leyenda Negra y a la vez abrir un juicio más realista y ponderado sobre figuras
de la Historia Mundial como Felipe II, atrapado entre la rebelión protestante y
la amenaza turca en medio del comienzo de una economía global que se abre paso
con su famoso Imperio donde no se ponía el Sol.
Pero lo más característico del
libro nos parece la exposición de la Historia de España en relación con la
Historia del resto de Europa, dividiendo sus periodos al modo vitalista de
Spengler, en periodos de Formación, Supervivencia, Asentamiento, Expansión y
Apogeo. Con ello renuncia el autor a la tradicional periodización en tres
periodos o Edades Antigua, Medieval y Moderna, que Spengler en su famosa obra La decadencia de Occidente, considera
deudora de la interpretación teológica de la Historia realizada por el monje
franciscano Joaquín de Fiore a principios de siglo XI, el cual hizo corresponder
una época histórica a cada una de las tres personas de la Santísima Trinidad:
la Antigua al Padre, la Media al Hijo y la Nueva por venir (Moderna) al
Espíritu Santo. Dicha división se introduce en la historia académica con
Christoph Keller (Cellarius) en el siglo XVII. Spengler, con la intención de
escapar a tales fundamentos teológicos de la periodización de la Historia
Universal, introduce el criterio de Las
Civilizaciones en el sentido de Círculos máximos culturales (Kulturkreise) y científico-positivamente recortados en la Historia,
con la intención de separar la Historia
científica de la Teológica y, a la vez, ofrecer un punto de vista
verdaderamente global o universal y no cristiano-céntrico.
El propio Marx ya percibió estos
problemas de la periodización histórica cuando, al introducir el Modo de
Producción como criterio, se encontró con el llamado Modo de Producción
Asiático, que impedía universalizar a todas las sociedades históricas el paso
por el Modo de Producción Feudal de la Europa Medieval, aunque la historiagrafía
estalinista optase por la periodización clásica que equipara a Feudal con
Medieval, para obviar el problema del Modo de Producción Asiático en tanto que
podría significar el considerar la formación económica rusa como dotada de
rasgos propios del despotismo asiático que se continuaban en el propio Stalin,
contemplado como un “Zar rojo” y no como un liberador de la Humanidad.
Pio Moa
opta por entender de forma spengleriana, -que llamaríamos vitalista, pues no en
vano su obra es una aplicación de la Filosofía nietzscheana del Eterno Retorno
a la Historia-, la Historia de Europa, y en ella a la propia Historia de
España, considerada de modo genético-biológico como algo que nace, resiste a
depredadores que podían destruirla o darle otro rumbo (si no hubiese sido, dice Moa, como ya señalaba Sanchez Albornoz, por
la Victoria de la Reconquista la Península Ibérica sería hoy algo similar a la
Península Balcánica o a los países del Norte de Africa),se asienta y se expande
mezclándose con los pueblos americanos, alcanzando su apogeo y madurez con
Felipe II para, prematuramente, decaer y quedar subordinada a otros pueblos de
mayor poder tecnológico, como Francia o Inglaterra, en el siglo XIX, el peor siglo de
las guerras civiles que nos conducirán, según Moa, al peligro de caer en la órbita
soviética en la cruenta Guerra Civil del siglo XX. Después de la II Guerra
mundial, como expone con amenidad y claridad en otros de sus libros Pio Moa (La transición de cristal: franquismo y
democracia), la España de Franco
inicia con fuerza el despegue o take off
industrial que nos acabará llevando de forma no traumática hacia la
convergencia económica y cultural con el club de las antiguas grandes potencias
europeas, del que habíamos quedado descolgados durante unos tres siglos. Pero
tales potencias, especialmente Francia e Inglaterra, perdidos, tras la Guerra, también sus antiguos
Imperios coloniales, o habiendo salido derrotadas y divididas, como Alemania,
han entrado en una cierta decadencia económica y cultural que las somete y a la
vez las aleja de la supremacía aplastante de Usa.
En tal sentido, podemos decir que, a pesar
de los intentos del llamado eje franco-alemán por crear un nacionalismo
federalista europeo, que nos está llevando a una peligrosa crisis económica en Europa, se ha cumplido la profecía spengleriana de la decadencia
del occidente europeo. Pero queda el “occidente” norteamericano, de una forma
semejante a como, tras la decadencia de la antigua Grecia vino la hegemonía
política de Roma, la cual fue compatible con el mantenimiento de la hegemonía
cultural griega. Roma asumió dicha cultura, considerándola superior a la suya y
la extendió por todo el territorio controlado por sus legiones. (Hemos tratado
de esto más extensamente, en este mismo Blog, comparando las semejanzas y diferencias entre la Filosofía Griega y la Europea,
en “Las Escuelas filosóficas helenísticas y la Filosofía Cotemporanea” (I yII), (ver Entradas Populares del Blog),en el marco de una aplicación de la periodización de Spengler al análisis de la
Historia de la Filosofía, realizada en el libro Introducción al Pensamiento Hábil (2007), en el cap. “La Filosofía
en su Historia, vista desde el Pensamiento Hábil”, p. 103 s.s.).
Podemos comprender las protestas, casi
maniacas, recurrentes en las polémicas y escritos de Pio Moa, frente a la
anglofilia cultural y política que raya el papanatismo de tantos compatriotas
actuales. Pero sólo la podemos justificar parcialmente. La comprendemos en el
sentido de que hoy nos parece excesiva esta admiración por Inglaterra, pues
ella misma no se está librando de la inexorable decadencia como gran potencia
que fue, unida a los problemas sociales que le está provocando el
multiculturalismo con su potencial de terrorismo y estallidos sociales. Pero queda
todavía la pujanza de la cultura anglosajona en USA. No obstante, no se debe olvidar
que es una cultura parcial en el marco de un gran país de inmigración muy variada, en la cual cada
vez es más importante, la inmigración hispana. USA poco a poco se va alejando
de su núcleo generador en la Nueva Inglaterra. Su cultura filosófica dominada
por la tradición analítica inglesa hoy mismo está ya buscando la mayor
profundidad de la llamada filosofía continental europea de Husserl o Merleau-
Ponty (Ver en este Blog “La vuelta a Husserl de Dan Zahavi”, 5-3-2012).
Por ello, la posible nueva influencia mundial de una España futura, políticamente
y culturalmente regenerada, solo tiene sentido como influencia cultural, pues
no creo que los españoles estemos en condiciones de dar lecciones de democracia
a los norteamericanos; o también, como colaboradora en el proceso de industrialización de Hispanoamérica. El propio Moa reconoció esto en alguno de sus numerosos
artículos. Dicha influencia cultural, en el caso, que mejor conozco, del
pensamiento filosófico, en el que los norteamericanos son hoy todavía
discípulos de los grandes filósofos europeos, como demuestra el caso de su más resonante intelectual actual, George Lakoff, con su influyente libro escrito en
colaboración con Mark Johnson, Philosophy
in the flesh (1999), solo tendría la posibilidad de impactar en USA en
tanto que vaya unida al carro hoy ascendente de la Fenomenología vitalista del
último Husserl, que se está convirtiendo, según el libro citado de Lakoff y Johnson, en la alternativa a la tradición hasta ahora dominante de filosofía inglesa. En tal sentido, podemos decir que las expectativas de ello son esperanzadoras, pues Ortega y Gasset es visto hoy como un
antecedente de dicha renovadora corriente filosófica, denominada Embodied Philosophy, por su apuesta por un vitalismo
racional, basado en las ciencias biológicas. De ahí que nos parezca interesante
la periodización vitalista de la Nueva Historia
de España de Pio Moa, por su originalidad en relación con las anteriores
Historias de España y, a la vez, en tanto que se inserta en la dirección
filosófica encabezada brillantemente en España, con resonancia internacional,
por Ortega y su maestro y predecesor Unamuno. Pero, aunque se pueda distinguir el Ortega político del Ortega intelectual y filósofo, no compartimos la manía anti-orteguiana, que nos parece excesiva y poco matizada, en un Pio Moa, por lo general tan brillante en otros temas.
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