Este año celebramos el Centenario del nacimiento de Gustavo Bueno, filósofo español fallecido en 2016, que llegó a adquirir en vida una popularidad mediática tras su intervención en conocidos programas televisivos, como Gran Hermano, y fue objeto de múltiples entrevistas en diversos medios de prensa, radio y televisión, de alcance nacional. Además, su influencia académica se ha extendido por Internet debido a la actividad desarrollada por la Fundación Gustavo Bueno, por medio de vídeos de conferencias, teselas, entrevistas y debates grabados en vida. Con ello su fama ha saltado el “charco” y ha penetrado con cierta fuerza, denotada por el alto índice de las visitas a las actividades de la Fundación procedentes principalmente de Hispanoamérica. No obstante, debido a la dificultad de lectura que presentan sus numerosos libros y artículos académicos, su influencia profunda queda restringida a una minoría de seguidores que se han tomado el esfuerzo necesario para asimilar una obra filosófica ardua y difícil.
Cuando Ptolomeo I de Egipto, a quien le costaba mucho seguir los largos y minuciosos razonamientos de los libros de Geometría de Euclides, mando llamar al matemático para preguntarle si había un camino más corto y menos trabajoso para entenderlos, este le contesto que “no hay caminos reales para las matemáticas”. Tampoco los hay para la gran filosofía, la filosofía de los Platón, Aristóteles, Descartes, Kant o Hegel, denominada filosofía académica, tradición en la que se inserta Gustavo Bueno. Decimos esto porque hoy domina una confusión sobre lo que se entiende por filosofía en la que se equiparan tipos muy diferentes de filosofar.
Ya en la época de Kant el panorama filosófico se encontraba fracturado entre los que defendía una filosofía dogmática aristotélico-escolástica, todavía dominante en las Universidades y los que defendían una nueva filosofía dogmático-escolástica como fue la escolástica llamada de Leibniz-Wolff, en la que se educó el joven Kant. Había surgido también lo que llamaban una Filosofía Popular que perseguía el ideal de la Ilustración de formar y educar al pueblo en los principios de una huida escéptica de los dogmatismos. Kant, sin rechazar la tradición terminológica-técnica acuñada desde los griegos y conservada en tales escolásticas, se distancia de ellas manteniendo una posición crítica de todo dogmatismo filosófico y a la vez evitando caer en el otro extremo del escepticismo a que conducía la Filosofía Popular. Con ello provocará un renacimiento de nuevos Sistemas filosófico-académicos con sus sucesores, Fichte, Schelling y Hegel. Es sabido que después de Aristóteles, la filosofía académica es sustituida por escuelas prácticas dogmáticas, como las de estoicos y epicúreos frente a las cuales se pone la escuela escéptica. Solo en la época romana surge una nueva filosofía académica, el neoplatonismo, que será importante por anticipar el desarrollo de una nueva filosofía en Europa que llevará, tras un largo periodo escolástico-medieval, a la filosofía llamada moderna.
Una situación similar se ha producido en la Filosofía europea. Después de Hegel, considerado por algunos como el Aristóteles moderno, la filosofía de tradición académica ha sido sustituida por nuevos dogmatismos prácticos, como el cientifismo tecnológico del positivismo o el dogmatismo marxista cristalizado en el DIAMAT soviético, frente a los cuales se opone el irracionalismo vitalista de Nietzsche. Únicamente en el movimiento fenomenológico de Brentano y Husserl, que llega hasta Heidegger y Sartre, hay un resurgir de la filosofía académica metodológicamente sistemática. La fuerte polarización que trajo la llamada Guerra Fría, con el ascenso de la influencia del marxismo y la renovación del positivismo, frenó la influencia de la Fenomenología debido a que esta no pudo hacer frente a la influencia de un marxismo que penetraba entonces en las Universidades soviéticas y europeas.
En tal sentido valoramos la
filosofía de Gustavo Bueno como un intento original de introducir de nuevo la
tradición académica de la Filosofía, enfrentándose tanto al dogmatismo
cientificista de la llamada Filosofía Analítica como a la dialéctica
escolástica del marxismo soviético, sin por ello caer en el mero escepticismo
sobre las cuestiones de fondo de una filosofía popular como la representada por
Fernando Savater y tutti quanti o en la reducción de la enseñanza de la
Filosofía a mera erudición y hermenéutica filológica, que es lo que hoy domina
en la Universidad española. Dicha filosofía académica, en el sentido de seguir
la tradición iniciada por Platón, es difícil de seguir, como difícil es para un
navegante filosófico evitar los escollos del Scilla (Dogmatismo) y Caribdis
(Escepticismo). Pero es la única manera que Occidente ha tenido secularmente, -aunque
a veces la Filosofía Académica haya desaparecido temporalmente, como el
Guadiana-, para progresar e imponerse a otras civilizaciones no-occidentales.
Manuel F. Lorenzo
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