Menuda
pregunta. Parece algo así como la cuadratura del círculo. Sin embargo los
procesos históricos no se pueden entender con metodologías matemáticas o
puramente mecanicistas (metodologías alfa-operatorias que decía Gustavo Bueno),
a pesar del auxilio que pueden ofrecer en ocasiones las estadísticas, sino que
requieren la introducción de causas finales que dependen de la imprevisible
conducta de los sujetos históricos, que no se puede eliminar completamente
(metodologías beta-operatorias de Bueno). De ahí que puedan darse cosas como
“cuadraturas del circulo” tal como se puede observar en aquellos casos en que
el progreso histórico que supuso el paso de una sociedad pre-industrial a una
industrial fue consecuencia, no ya de las fuerzas tenidas entonces como la
izquierda progresista, sino por fuerzas más bien de carácter e ideología
conservadora. Casos bien conocidos son los de Alemania, Japón o la propia
España e Italia.
Dichas
naciones tienen en común el llegar con retraso a la industrialización y a la
creación de una economía nacional con unificación de fronteras (el ejemplo
alemán de la Zollverein). Por ello, se encuentran con que, cuando deben iniciar
su industrialización, la izquierda que había dirigido la industrialización de
Inglaterra, Francia y EEUU, con sus ideología de la Ilustración y el
liberalismo, es sustituida por una nueva izquierda imbuida de
ideologías anti-liberales, como el socialismo, el comunismo o el
anarquismo, las cuales irrumpen históricamente en la denominada Revolución de
1848 en todo el continente europeo. La aparición de esta nueva izquierda no es
gratuita, sino que se debe precisamente a la incapacidad de las doctrinas
ilustradas del liberalismo económico inglés, entonces dominantes, para
resolver, o al menos amortiguar, los efectos de las crisis cíclicas del
capitalismo que sumían en la miseria a masas cada vez mayores de la población.
Pues el dogma liberal de la “mano invisible” que regularía la economía, según
Adam Smith, no servía de hecho para evitar el agrandamiento de las desigualdades
sociales.
De ahí que
ya en Alemania se propusiese la necesidad de una intervención
del Estado en la Economía con ocasión de las devastadoras
crisis económicas. Fue precisamente Fichte frente a Kant, que se mantuvo más
próximo a las ideas económicas de Smith, el que propuso la introducción de
ideas socialistas en la constitución de la economía nacional en su obra El
Estado comercial cerrado. Un antecedente de lo que hoy se llama el Estado del
Bienestar. Fichte mismo influirá también con sus Discursos
a la nación alemana en la creación de la socialdemocracia
alemana de Ferdinand de Lassalle, el cual mantendrá, en contra de las opiniones
de Marx, una alianza con Bismarck en favor de la unificación alemana para
industrializar y modernizar el país a través de una alianza entre los Junkers
prusianos y la clase proletaria frente a la débil burguesía alemana. Como
contrapartida, Bismarck desarrollará una avanzada legislación de asistencia
social que se suele considerar precursora del Estado del Bienestar.
La caída de
la monarquía Guillermina en la I Guerra Mundial y el fracaso de la insurrección
comunista espartaquista, conducirá al ascenso del nazismo que, de nuevo, de un
modo autoritario, tratará de elevar a Alemania a gran potencia mundial
desarrollando espectacularmente su capacidad industrial, infraestructuras y
tecnología con ocasión de la superación de la crisis de la República de Weimar.
La derrota militar del nazismo y la consiguiente división de las dos
Alemanias, propiciará que Alemania se reconstruya
espectacularmente en su parte occidental, con la ayuda
norteamericana y bajo gobiernos de la derecha encabezados por Adenauer, cuyo
ministro de Finanzas, Ludwig Erhard, pondrá en marcha con su intervencionismo
keynesiano el llamado “milagro económico” alemán de postguerra que conducirá a
Alemania a convertirse en la actual locomotora económica de la Unión Europea.
Paralelo
al milagro económico alemán fue el de Japón y el de la España de Franco. Pues
el propio Régimen franquista puede ser interpretado como una forma paralela a
la alemana de modernización y progreso industrial y tecnológico, alcanzado de
un modo autoritario por una derecha política que se basó en la alianza entre la
clase terrateniente y una protegida clase obrera en sus derechos y ayudas
sociales, frente a la débil burguesía española que, como la alemana, había sido
incapaz de llevar a cabo el despegue industrial del país, el take off que dicen los economistas. Por eso la
izquierda en España, que ha perdido el tren de la
histórica industrialización y modernización de España, anda que
bebe los vientos, como dice la copla, por si su pretendídamente amado “pueblo”
, ay, la engaña de nuevo echándose en los brazos de una nueva “contra
revolución” de la “extrema derecha”. Por eso ya no quiere oír hablar de España,
solo de sus seculares enemigos.
Manuel F. Lorenzo
Artículo publicado en El Español (17-12-2019)
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