Carlos X. Blanco, antiguo alumno mío y de Gustavo Bueno en los comienzos de la década de los 80 en la Universidad de Oviedo, ha publicado el libro titulado Ensayos antimaterialistas (Letras Inquietas, La Rioja, 2021). Me lo dedica y a la vez se sirve de algunas de mis ideas filosóficas para desarrollar lo que podríamos llamar una crítica asimilativa, no meramente destructiva, de la filosofía de Gustavo Bueno. Con ello pretende poner de relieve que el “materialismo” de Bueno es un resto de sus comienzos filosóficos próximos al marxismo, que permanece todavía intacto en la mayoría de sus actuales intérpretes y seguidores, pero que debe ser debidamente criticado y eliminado porque es fuente de ese carácter dogmático que algunos perciben en la, por otra parte, muy valiosa y creativa obra de Gustavo Bueno. Pero si se elimina el Materialismo parece que se eliminarían, para algunos, los fundamentos o la argamasa de la filosofía buenista. Quedarían sueltas sus diversas partes como la Teoría de la Ciencia, la Antropología, la Teoría de la Religión o la Teoría Política, por citar solo aquellas partes en las que Bueno ha realizado innovaciones muy valiosas. Por ello no es tan fácil de llevar a cabo dicha eliminación sin correr el riesgo de que la unidad sistemática, que pretende tener la filosofía buenista, se venga abajo.
Antes de nada, es preciso decir que la filosofía de Bueno no se deja reducir a ese lugar común que la mayor parte de la gente entiende como “materialismo”, es decir, una forma de ver el mundo de un modo puramente egoísta y descarnado, ayuna de la menor idea moral. Se trata aquí más bien del Materialismo como concepción filosófica con una larga historia que arranca, en sentido estrictamente científico y académico, de filósofos presocráticos griegos tales como Tales de Mileto o Demócrito de Abdera. Dicho materialismo se ha renovado en el mundo moderno con el llamado “materialismo francés” de la Ilustración y con el más conocido Materialismo Dialéctico que, inspirado en la obra de Marx y Engels, desarrolló el marxismo soviético.
Es, pues, a partir de este último Materialismo, conocido mundialmente en su momento de mayor influencia, durante la Guerra Fría, como DIAMAT, de donde arranca la primera obra importante de Gustavo Bueno, Ensayos materialistas (1972). En ella se asume ya desde su comienzo que el Materialismo, que en la Guerra Fría había alcanzado una gran influencia en el mundo socialista, pero también en las Universidades occidentales, es la filosofía que se elige como filosofía verdadera, aunque precise ciertas críticas filosófico-académicas para su mejora. Aquí estaría lo que denominamos el carácter escolástico del proceder buenista, en tanto que parte del escolasticismo materialista soviético inspirado en Marx-Engels, poniéndose sin más una venda en los ojos, sin poner en ningún momento al propio Materialismo en duda. Lo que se pretendió entonces fue ofrecer un materialismo académico que superase el aspecto “dogmático y simplista” del materialismo del DIAMAT. En tal sentido el Materialismo Filosófico de Bueno es crítico con aspectos centrales del materialismo soviético, pero no es propiamente una filosofía crítica y no dogmática en el sentido kantiano. Y esto se puede ver como una contradicción en la larga obra del propio Bueno, quien, en un escrito muy posterior, ¿Qué es la filosofía? (1995), trata de situar su filosofía como una filosofía crítica en el sentido kantiano. Pero Kant había clasificado tanto al materialismo como al idealismo como filosofías pre-críticas. Incluso el mismo Kant no llegó a definir a su filosofía como un Idealismo Trascendental, en tanto que también era un Realismo Empírico. Son sus sucesores, Reinhold y Fichte los que, para salir de esta contradicción que atraviesa la obra de Kant - como supo ver agudamente Jacobi cuando decía que sin la Cosa-en-sí (materialismo) no podía entrar en la Crítica de la razón pura, pero con ella no podía permanecer en su interior., cortan este nudo gordiano y se deciden por el Idealismo, eliminando la famosa Cosa-en-sí. Por ello volver a optar por el Materialismo para superar el Idealismo, como hacen el DIAMAT y Bueno, es recaer en una posición pre-crítica en el sentido kantiano, como hemos señalado otras veces sin obtener respuesta del propio Bueno quien, no obstante, había respondido, ante una crítica similar, con evasivas al ya fallecido profesor de la Universidad Complutense Quintín Racionero.
Ejemplo famoso de lo que se considera un proceder filosófico no escolástico es el de Descartes cuando comienza su filosofía con la duda, en vez de comenzar partiendo del realismo aristotélico, como hacía Francisco Suarez o los neoescolásticos españoles de su tiempo, sin ponerlo en cuestión. Descartes, reflexionando sobre los novedosos resultados obtenidos en las matemáticas y la física de su época, trata de proceder de una manera metódica novedosa para abordar las cuestiones filosóficas. Es este proceder el que le conduce a la moderna Filosofía Idealista, que entonces aparece como resultado y no como punto de partida. De la misma manera Kant, reflexionando sobre lo que el llama el factum de la nueva física de Newton, llega a poner las bases de una nueva Teoría del Conocimiento y de la Ciencia que provoca la aparición de una Filosofía Crítica, como alternativa superadora de la Metafísica dogmática y que marca el terreno por el que discurrirá la Filosofía Contemporánea.
El propio Gustavo Bueno, después de esta obra programática inicial, se centrará en la preparación de una obra más ambiciosa, su Teoría del Cierre Categorial, que entonces si deja de tener un carácter escolástico, porque ya no aborda el análisis de las ciencias desde un posición o escuela anterior sino que, de un modo semejante al de Kant, parte para ello del análisis de factum de las llamadas Ciencias Humanas, que se constituyen con fuerza como nuevas ciencias en la década de los 60 con el Estructuralismo de los Saussure, Levi-Strauss, Piaget, etc. Pues el origen de su posterior Teoría del Cierre Categorial (1992) está en un extenso trabajo de investigación anterior subvencionado por la Fundación March y titulado precisamente Estatuto gnoseológico de las Ciencias Humanas (1976). Aquí es donde va cristalizando una concepción constructivista de la Ciencia que precisará el análisis y desarrollo profundo del Ego Trascendental (E), entendido como Sujeto Corpóreo Operatorio, una de las tres Ideas centrales de su Ontología, junto con las otras dos: Materia (M) y Mundo (Mi). Los Ensayos Materialistas se habían centrado más ampliamente en la Idea de Materia general y en sus Tres Géneros de Materialidad mundanos. Pero el tratamiento más amplio y profundo del Ego no se produce hasta su última obra publicada, que lleva por título precisamente El Ego Trascendental (2016). ¿Por qué ese retraso tan grande en el desarrollo de su filosofía? ¿Conlleva y exige la explicación del retraso una reinterpretación de su filosofía que nos lleve a alterar seriamente sus originarias premisas de partida como el escolasticismo y el materialismo dogmático? Por nuestra parte creemos que sí porque el constructivismo operacionalista de su Teoría de la Ciencia, que exigió una reflexión profunda sobre la Idea del Ego, nos empuja a abandonar el materialismo como una premisa de partida que debe ser retirada, al ser incompatible con la nueva concepción del Ego que pide lo que el propio Bueno denomina un “hiperrealismo” inspirado en conocimientos físiológico-neurológicos que exigen más bien presupuestos propios de un vitalismo-antrópico, que de un realismo materialista.
Por otra parte, en otras obras del último Bueno, sobre todo a partir de España frente a Europa (1999), se inicia un tratamiento en el área de la Filosofía de la Historia de un tema clásico de la reflexión filosófica de un Ortega y Gasset, con el que se polemiza acerca del significado histórico y político de nuestra nación. El horizonte del Socialismo soviético hacía el que apuntaba el primer Bueno de los Ensayos materialistas será sustituido ahora, tras la caída del Muro berlinés, por el nuevo horizonte de una futura comunidad hispana a partir de los restos culturales del Imperio español que perduran aún tras el naufragio político de aquel. Con ello se produce un giro de 180º en la búsqueda de influencia política de su filosofía que, alejándose de los grupos marxistas testimoniales o de lo que llamaba “izquierda indefinida”, empieza a tener sus primeros efectos en grupos políticos ascendentes en la política española como Vox. Para ello se trata de volver a rescatar una España “católica” frente al imperialismo anglosajón protestante y frente al fanatismo musulmán hoy, de nuevo, amenazante. Al margen de qué signifique este giro, lo que llama la atención es que implica claramente el abandono por Bueno del horizonte político marxista y la búsqueda de unos nuevos fundamentos filosófico-históricos para los problemas de España. Por ello, creemos que habría que ir también tras la búsqueda de unos fundamentos nuevos de su filosofía fundamental, de su gnoseología, su ontología, etc. Esto es lo que, tras nuestra condición de discípulo directo y colaborador durante años en el programa de aplicación del Materialismo Filosófico buenista al campo de la Historia de la Filosofía, veníamos proponiendo sin recibir ninguna respuesta. Solo algunas personas cercanas nos han animado en la tarea de revisar críticamente la obra de don Gustavo para buscar su mejoramiento crítico en sus fundamentos con nuestra propuesta filosófica denominada Pensamiento Hábil. Una de ellas ha sido Carlos X. Blanco. Con sus palabras terminamos estas reflexiones, recomendando vivamente la lectura de su libro, cuyo título hace justicia a su contenido, por su prosa amena y brillante propia de tal género filosófico, en contraste con el propio libro de Bueno que, más que a tal género, pertenece, a pesar de su título, al género del Tratado, de un denso, complejo y árido Tratado de Ontología:
“El dogmatismo ontológico, desnivelado con respecto a los muy finos análisis gnoseológicos ofrecidos por Bueno y su Escuela a lo largo de los años, con los que desentona, es la clave que puede ilustrarnos sobre la poca estabilidad de dicha Escuela a partir de la segunda o tercera generación, y la dificultad de abrir debates internos y de acoger críticas constructivas -una dificultad mayoritariamente reconocida por los observadores, salvo por quienes se anclan deliberadamente en el espíritu sectario. El inicial compromiso marxista de los Ensayos Materialistas, a saber, una especie de nueva fundamentación del Materialismo Dialéctico y una contribución explícita a la consecución de una “sociedad sin clases” es lo que ha lastrado la filosofía de este gran hombre, que fue don Gustavo Bueno, y también ha abortado permanentemente la continuidad de su Escuela” (Carlos X. Blanco, Ensayos antimaterialistas, Letras Inquietas, 2021, pgs.131-132).
Manuel F. Lorenzo
Artículo publicado en La Tribuna del País Vasco (8-4-2021)
Traducción al francés:
http://euro-synergies.hautetfort.com/archive/2021/04/10/les-essais-antimaterialistes-de-carlos-x-blanco.html
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