Es noticia de actualidad el conflicto suscitado en la
Universidad Complutense debido a una propuesta del actual Rectorado por la que
desaparecería la Facultad de Filosofía, que no los estudios como tales, al
quedar incluidos estos en la Facultad de Filología. La verdad es que tal como
han reducido hoy en la mayor parte de las Facultades de Filosofía española
-como reflejo y mera imitación de lo que se suele hacer en general en Europa y
en USA- la enseñanza de la Filosofía al conocimiento de los textos históricos
de Platón, de Kant, de Hegel de Marx, Heidegger o Wittgenstein, no deja de ser
una medida consecuente, que no gusta, sin embargo, porque parece que se relega
a la Filosofía a un papel secundario en la organización de los estudios
superiores. Por ello algunos profesores protestan indignados y se rasgan las
vestiduras sagradas de los mantos de Platón o Kant con que se adornan, aunque
sean culpables por acción u omisión de haber llevado a la ilustre en otro
tiempo profesión filosófico-académica a tan lamentable situación.
Es preciso recordar, para entender lo que está ocurriendo,
que en España han reducido a la Filosofía al terreno de los alumnos llamados de
letras, cuando la famosa Crítica de la Razón Pura de Kant no se puede entender
si no se tiene una mínima noción de la Física de Newton, ni se entiende el
método de Descartes o de Spinoza sin una base de Geometría. Como contrapartida
han desterrado la Filosofía de los estudios de ciencias naturales y
matemáticas. Incluso en los Departamentos de Filosofía donde domina la
tradición positivista analítica el tema principal de investigación se centra en
el lenguaje ordinario y no tanto en la reflexión sobre los “lenguajes” de las
ciencias.
Sin embargo en USA, donde se
impuso el positivismo filosófico, hay una mayor presencia de la Filosofía en
Congresos sobre los problemas del conocimiento en general y de sus aplicaciones
científico tecnológicas de gran impacto social, como la robótica, los
ordenadores, etc. Es en este campo denominado de las Ciencias Cognitivas, de
gran impacto en lo que denominan la actual Sociedad del Conocimiento, donde hoy
la Filosofía no se limita a leer e interpretar textos, sino que propone nuevas
explicaciones del conocimiento y del ser humano, como se comprueba en el gran
impacto de una escuela denominada Embodied Mind,
impulsada principalmente por dos científicos chilenos formados en la tradición
filosófica de la Fenomenología de Husserl, Humbert Maturana y Francisco Varela,
que remiten también al racio-vitalismo de Ortega y Gasset. Una importante
aportación hispana en el corazón de USA.
Aquí en España, creo que por el predominio de la
aristofobia, se ha marginado la filosofía de creación, -discutible sin duda,
pero creación filosófica- representada al fin y al cabo, por ejemplo, por Gustavo
Bueno o por el ya fallecido Eugenio Trías, a favor de los meros divulgadores de
las modas filosóficas parisinas o británicas. Por eso la Filosofía académica en
España está desprestigiada y cada vez más relegada en la enseñanza.
Otro problema es que sea también víctima de un conflicto
entre las Facultades que guarda semejanzas con aquel que se dio en la época de
Kant en la que la Filosofía se consideraba una Facultad “inferior” en relación
con las tenidas por Facultades “superiores”, como las facultades de Teología,
Medicina o Derecho, por su mayor importancia para el Gobierno de las monarquías
absolutas. Hoy podemos decir que la Facultad de Filosofía deviene de nuevo en
“inferior” frente a las facultades de ciencias (naturales y humanas) por la
mayor importancia de estas en las democracias que caminan hacia un
totalitarismo tecnológico.
Kant reconocía que el precio que pagaban las Facultades
“superiores” para disfrutar de sus privilegios en la Universidad (p. ej.,
derecho de censura de la de Teología sobre la de Filosofía, en tiempos de Kant;
hoy derecho a la parte de león del presupuesto (becarios, dotaciones) de las de
Ciencias sobre la de Filosofía), dicho precio estaba en relación con su
renuncia a la libre investigación (los teólogos entonces se sometía al Dogma
eclesiástico y no osaban ponerlo en duda; los científicos hoy se someten, ante
una investigación cada vez más cara en grandes laboratorios o gigantes
aceleradores de partículas, a los dictados de las grandes corporaciones
industriales o de los propios gobiernos que controlan centros como la Nasa, el
CERN, y que persiguen fines económicos o políticos para los que puede no ser
tan importante la búsqueda de la Verdad). Por el contrario, la filosofía
académica, hoy como ayer, ha vuelto a perder su prestigio social, pero como
compensación, como decía Kant, puede seguir buscando libremente la Verdad y
garantizando la continuidad de las sociedades liberales que la engendraron.
Artículo publicado en El Español (24-7-2016)
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