Ofrecemos, a continuación, la traducción, con algunas modificaciones y añadidos a la Introducción y Notas,
de un interesante y controvertido texto del filósofo F.W.J.Schelling que ya habíamos publicado como Apendice
en Manuel F. Lorenzo, La última orilla.
Introducción a la Spätphilosophie de
Schelling, Pentalfa, Oviedo, 1989, p.p. 271-286. Lo hacemos con la intención de
facilitar su lectura y consulta para el lector interesado.
F.W.J. Schelling
PROFESION DE FE EPICUREA DE HEINZ
WIDERPORST (1799)
(Traducción, introducción y notas de Manuel F. Lorenzo)
Introducción
Presentamos,
a continuación, la traducción, realizada en 1989 por primera al español, de un
texto rarísimo de Schelling titulado Epikurisch
Glaubensbekenntniss Heinz Widerporstens que pertenece a una fase
importantísima en la biografía del filósofo (1798-1800), en la que la evolución de su filosofía se decanta abiertamente
hacia el materialismo, como reacción frente al espiritualismo de los poetas y
escritores románticos. Es un largo poema filosófico-satírico, compuesto en el
otoño de 1799, en el cual encontramos una profesión de fe en la tradición del
materialismo epicúreo de la antigüedad frente a las tendencias místico-románticas
de los Reden über die Religion (1799)
de Schleiermacher, publicados en Berlín poco antes de que el poeta Novalis, en
el mismo año, escribiese su obra Die Christenheit
oder Europa. Ein Fragmenf. Tendencias de las que también participaba
Federico Schlegel, el cual, sin embargo, recibió con simpatía este, "Enthusiasmus
für die Irreligion" de Schelling. El poema tuvo, por ello, problemas para su publicación.
Schelling trató en principio de darlo a la luz, manteniendo su autoría en
secreto, en la revista Athenaeum, editada por los hermanos Schlegel.
Pero Goethe, cercana la expulsión de Fichte de la Universidad de Jena, y
temiendo un nuevo escándalo, desaconsejó su publicación. No obstante Schelling
no se resignó e hizo aparecer de forma anónima la parte menos conflictiva (versos 184-249) en su
Zeitschrift für spekulative Physik
(1800). Prueba de la persistencia de esta profesión de fe materialista del
joven Schelling es que todavía, 20 años después, inaugura sus Lecciones de Erlangen con una cita extraída de dicho poema, según testimonio de uno de sus oyentes (ver Schelling im Spiegel seiner Zeitgenossen,
X. Tilliette (hrsg.), Bottega d'Erasmo, Torino 1974, vol. I, p.276). Vuelve a
hacer lo mismo en sus Lecciones de Munich
(l827-28, 1832-33), dirigidas en último término contra el idealismo hegeliano
(véase Horst Führmans, Schelling Briefe
und Dokumente, II, Bonn 1973, p.210).
El texto
alemán, del que directamente traducimos, se encuentra en la edición crítica de
Luigi Pareyson Schellinguiana rariora
(Bottega d'Erasmo, Torino 1977, pgs. 86-97). Tambien se encuentra en Materialen zu Schellings philosophischen Anfängen, M. Frank und G.
Kurz (eds.), Surhkamp, Frankfurt am Main, 1975, (p.p. 145-153). En nuestra versión
hemos tratado ante todo de transmitir, con la mayor claridad posible, el
sentido filosófico del poema, aunque se resienta con ello el ritmo de los
versos a lo Hans Sach, un prolífico poeta religioso luterano alemán (1494-1576),
considerado el más importante de los Maestros Cantores de su época y evocada su
figura por el compositor Richard Wagner en su conocida obra Los Maestros
Cantores de Nüremberg.
Con ello no creemos cometer ninguna falta estética
grave, pues la autorizada voz de Xavier Tilliette califica al poema de “singular
et assez mediocre" (Schelling. Une
philosophie en devenir, t. I, Vrin, París 1970, p. 182). Nosotros entendemos
esto en cuanto a su valor puramente poético, al margen de los prejuicios
ideológicos que podrían impulsar al Padre Tilliette en su valoración negativa
del poema. Por ello nos centramos en su contenido filosofico, gracias al cual
el poema ha llegado a ser un documento importante y, para nosotros, excepcional,
ya que avala seriamente nuestra clasificación de la filosofía de Schelling en
la tradición materialista o naturalista, entendida al modo de Spinoza, (muy
diferente por ello del “materialismo grosero” de la Ilustración). Tradición recogida por Gustavo Bueno, en sus Ensayos
Materialista (1972), con su distinción entre una Materia General, trasunto
de la Natura naturans spinozista y
una Materia Especial, específicamente mundana, que se corresponde con la Natura naturata de Spinoza. El joven
Schelling de la llamada Filosofía de la Identidad interpretó la Substancia de
Spinoza, la Natura naturans, como la
Identidad de res extensa (materia
física) y res cogitans (espíritu),
siendo ambos dos aspectos fenoménicos o Atributos de la misma Natura naturans o Naturaleza infinita
creadora. El Schelling tardió de los cursos de
Munich y Berlín acabará denominando a esta Materia general o Naturaleza
creadora, de la que habla en el poema (“la
materia es la única verdad,/protectora y abogada de todos nosotros,/padre
legitimo de todas las cosas,/elemento de todo pensamiento,/principio y fin de
todo saber”), con el término puramente negativo de “lo sin fondo” (Ungrund), como equivalente de lo que
en la tradición filosófica occidental se denomina el Ser.
PROFESION
DE FE EPICUREA DE
HEINZ
WIDERPORST
(1799)
Verdaderamente no podía aguantar más,
necesitaba volver de
nuevo en mi,
recobrar todos mis
sentidos.
Pensé, por ello, en
deshacerme
(5) de las altas doctrinas supraterrenales
a las que por fuerza me
querían convertir.
Volver a ser de nuevo
alguien
que tiene médula, sangre, huesos y carne.
No se cómo pueden incitar
(10) a que se hable y escriba de religión.
Yo no tengo ganas de abismarme en tal materia;
prefiero que se arrebotinen en ella
antes que dejarme embotar, por espíritus superiores,
entendimiento y sensibilidad.
(15) Sostengo, por el contrario, que en esta vida
solo es real y verdadero
lo que se puede tocar con las manos,
lo que para su comprensión
no requiere ayuno ni penitencias,
(20) ni forzadas mortificaciones.
Reconozco que cuando hablaban con tanto ceño
quedé, por un instante, perplejo,
y como si pudiese entender de ello,
leí tanto Discursos como Fragmentos (1).
(25) Quise entonces, realmente, convertirme,
abandonar vida y obra ateas;
esperaba, incluso,
para escarnio del diablo
hacerme Dios a mi
mismo;
y ya me había abismado de golpe y porrazo
(30) en la contemplación del Universo,
cuando mi buen sentido me hizo notar
que estaba en el camino equivocado.
Debía volver al antiguo carril,
no dejarme engañar.
(35) Y no fui perezoso para hacerlo.
Pero yo no era el viejo Saul;
para expulsar los grillos
que aún me cantaban en la cabeza
necesitaba reconstituir completamente mi cuerpo;
(40) y me hice traer vino y carne asada.
Lo cual me fue de gran provecho
pues volví enteramente a mi naturaleza
y pude ir de nuevo con mujeres.
Lo veía todo ya claramente,
(45) por lo que, muy regocijado,
al punto me senté a escribir.
Así discurría en mis más íntimos pensamientos:
nunca dudes de la fe,
que te sostiene en el mundo
(50) y mantiene juntos cuerpo y alma,
aunque no puedas demostrarla
ni reducirla a conceptos.
Ellos hablan de la luz interior,
hablan mucho pero nada prueban
(55) y llenan su boca con grandes palabras.
Ni es crudo ni es cocido,
parece ficción y fantasía,
pero es la destrucción
de toda poesía.
No saben proferir ni decir más
(60) que sienten y padecen estas cosas.
Por eso quiero yo también confesar
cómo las siento arder en mi,
cómo me inflaman todas las venas.
Mi palabra vale tanto como cualquiera.
(65) En buena y en mala hora
me encontré perfectamente
desde que me di cuenta
de que la materia es la única verdad,
protectora y abogada de todos nosotros,
(70) padre legítimo de todas las cosas,
elemento de todo pensamiento,
principio y fin de todo saber (2).
No me preocupa lo invisible,
me atengo sólo a lo manifiesto,
(75) a lo que puedo oler, gustar y tocar,
y penetrar con todos los sentidos.
Mi única religión es ésta:
amar una hermosa rodilla,
senos turgentes y talle esbelto,
(80) con flores de dulces perfumes (3);
gozar plenamente de todo placer,
consentir dulcemente a todo amor.
Pero si tuviese que elegir otra
(aunque puedo vivir sin ninguna más)
(85) podría gustarme de entre todas
solamente la católica (4),
tal como era antiguamente,
cuando no había disputas ni querellas
y todos estaban a partir un piñón.
(90) No buscaban proezas lejanas
ni dirigían su curiosidad al cielo;
tenían por dioses a monos vivos
y la Tierra era el centro del mundo.
Roma era el centro de la tierra,
(95) y allí residía el Vicario
cuyo cetro gobernaba al resto del mundo.
Allí laicos y clérigos, todos juntos,
vivían como en el país de Jauja.
Incluso en el cielo
(100) se llevaba una vida disipada,
y diariamente se celebraban las nupcias
entre la Virgen y el Viejo.
Allí arriba gobernaban las mujeres la casa
Y, como aquí abajo, llevaban la batuta (5).
(105) Con gusto me reiría de todo esto
sacando buen provecho.
Pero las cosas se han vuelto del revés.
Es una ignonimia, es una vergüenza,
como por todas partes hoy
(110) se ha llegado a ser tan razonable
que se hace necesario pavonearse con moralidad (6)
y presumir con bellas sentencias.
Hasta los jóvenes, por todas partes,
se empachan con la virtud
(115) e incluso un Cristo cristiano-católico
vale tanto como otro cualquiera (7).
Por eso reniego de toda religión;
ya no me satisface ninguna.
No voy ni a misa ni al sermón.
(120) He abandonado toda fe,
excepto la que me conduce,
la que me lleva al sentimiento y a la poesía,
la que alcanza diariamente al corazón,
con su eterna actividad,
(125) con su continua transformación,
sin pausa ni tardanza.
Es un secreto a voces,
un poema inmortal
que habla a todos los sentidos;
(130) de tal modo que no puedo creer ni pensar
sino lo que ella me hunda en el pecho;
ni tener por cierto y justo
sino lo que ella me haga evidente.
Grabado en sus profundos surcos.
(135) debe permanecer oculto lo que es verdadero;
lo falso nunca puede penetrar en ella,
ni de ella ser extraído.
Nos habla a través de imágenes y formas
sin esconder su propia interioridad,
(140) pues a partir de las cifras restantes
podemos descifrar el secreto;
pero nada podemos concebir de nuevo
que no nos haga tangible.
Por ello, si una religión es verdadera
(145) debe penetrar en las piedras y el musgo (8)
en las flores, los metales y en todas las cosas,
en el aire y en la luz,
en todo lo que es elevado y profundo;
debe revelarse en jeroglíficos.
(150) Con gusto me arrodillaría ante la cruz
si pudiéseis mostrarme un monte
donde, a ejemplo del cristiano,
hubiese construido la Naturaleza un templo
que ostentase en lo alto elevadas torres,
(155) con grandes campanas y agujas magnéticas colgando
y en las naves, sobre los altares,
crucifijos de piedras preciosas;
y en los sagrados manteles de ribetes dorados
cálices de plata y custodias,
(160) y todo lo que adorna a los oficiantes,
capuchinos petrificados (9).
Pero como hasta la fecha
no existió un monte tal,
no me dejo engañar
(165) y persevero en el ateísmo
hasta que venga alguien
y me ponga la fé a mano,
lo que seguramente no ocurrirá.
Por ello quiero continuar así
(170) aunque viva hasta el día del Juicio,
al que tampoco llegará nadie.
Creedme, el Mundo ha existido desde siempre
Y no se pudrirá jamás.
Me gustaría saber, cuando deberá arder
(175) con toda la leña y rastrojos
con que quisieran atizar el infierno
para macerar y cocer a los pecadores.
Pero como estoy libre de todo temor,
sano de cuerpo y alma,
(180) en vez de gesticular y hacer el fatuo
prefiero confiar en el Universo
y, en el azul profundo y claro
de los ojos de mi amada, naufragar.
Tampoco me espanta el Mundo
(185) pues lo conozco por dentro y por fuera (10).
Es, en realidad, un animal perezoso y doméstico
que ni me amenaza a mi ni a ti,
pues, sometido a leyes necesarias,
permanece tranquilo bajo mis pies.
(190) En su interior hay, sin duda, un espíritu gigante,
pero, con todos sus sentidos petrificados,
no puede salir de la estrecha coraza,
ni forzar la férrea prisión.
Aunque agite a menudo las alas,
(195) se mueve y se arrastra pesadamente.
En todas las cosas, vivas y muertas,
suscita poderosos impulsos hacia la conciencia.
De ahí proviene lo cualitativo en las cosas
pues, desde dentro, hace brotar y florecer
(200) la fuerza que forma los metales,
que hace germinar los árboles en primavera
y que por todas las esquinas y rincones
busca elevarse hacia la luz.
No se deja rendir por la fatiga.
(205) Ya se lanza hacia lo alto,
alargando sus miembros y órganos,
ya los encoge y acorta
y, mediante giros y rodeos,
busca encontrar adecuada figura y forma. .
(210) Y así luchando con pies y manos
contra el elemento adverso,
aprende a triunfar en un pequeño espacio,
donde alcanza, finalmente, la conciencia.
Encerrado en un enano,
(215) de hermosa figura y talle erguido,
que la jerga llama género humano,
el espíritu gigante se encuentra a sí mismo.
Del largo y pesado sueño despierto,
apenas se reconoce a si mismo.
(220) Completamente estupefacto ante si,
con ojos desorbitados se saluda como si fuese extraño
Querría, con todas sus fuerzas,
disolverse otra vez en la gran Naturaleza;
pero una vez separado
(225) no puede ya volver.
Pequeño y oprimido, permanece de por vida
en su propio gran Mundo, solitario.
Tan solo, en sus pesadillas, teme
que el gigante despierte encolerizado
(230) y, como el viejo dios Saturno,
en la ira devore a sus hijos.
No sabe que él es esto mismo;
por no acordarse de sus orígenes
se atormenta con fantasmas,
(235) cuando podría decirse a si mismo:
yo soy el Dios que ella alberga en su seno,
el espíritu que se mueve por todas partes.
Desde las oscuras fuerzas del primer eslabón
hasta el brotar de la primera savia,
(240) donde la fuerza genera fuerza y materia la materia,
donde nacen el primer capullo, la primera flor;
hasta el primer rayo de luz
que, como una segunda creación irrumpe en la noche,
iluminando el cielo noche y día
(245) desde los mil ojos del Mundo;
hasta la fuerza juvenil del pensamiento
donde la Naturaleza, rejuvenecida, vuelve á crearse,
hay una sola fuerza, un solo impulso, una vida,
un despliegue de avance y retroceso (11).
(250) Por eso nada me resulta tan odioso
como que alguien que se tiene por foráneo,
vaya pavoneándose por el mundo,
llenando su boca con malos discursos,
acerca de la esencia de la naturaleza.
(255) Se cree uno de esos privilegiados
que pertenecen a una estirpe especial,
de singular sensibilidad y espiritual linaje,
y consideran extraviados a todos los demás (12).
Habiendo jurado odio eterno
(260) a la materia y a sus obras,
se conforta, en cambio, con imágenes
y habla de la religión como de una mujer
a la que sólo se permite contemplar en forma velada,
para no sentir deseo carnal.
(265) Por eso utiliza abundantes palabras vaporosas.
Se siente omnipotente,
se cree portador en todos sus miembros
del nuevo Mesías aún nonato,
elegido, por decreto suyo,
(270) para reconducir al redil
a los pobres pueblos, grandes y pequeños,
a fin de que cesen de hostigarse
uniéndose como buenos cristianos;
y para cumplir lo que él ha profetizado (13).
(275) No son ciertamente de naturaleza magnética,
pero sí rozan a un auténtico espíritu (14),
lo que de su fuerza perciben
se imaginan haberlo producido ellos mismos,
y creen que pueden señalar el
Norte.
(280) Pero solo saben aconsejar mal,
y hablar de trabajos ajenos,
entrometerse en todo,
sacudirse pensamientos entre sí.
Creen destilar mucho espíritu,
(285) pero sólo hacen estornudar,
irritar con su acidez al estómago
y quitar el apetito.
Aconsejo a todo el que los haya leído,
si quiere curarse en salud,
(290) que se tienda en un sofá con una bella joven
y le explique la Lucinda (15).
Pero a ellos y a sus iguales
quiero hacer saber, y no callarme,
que escandalizaré con vida y obra
(295) su piedad y santidad.
Su espiritualismo y su celestialidad,
en tanto aún me sea permitido
adorar la materia y la luz,
y con ellas la fuerza principal de la poesía alemana,
(300) en tanto me quede prendido de unos ojos dulces
y me sienta rodear
por los únicos brazos amados,
y en sus labios me caliente,
en su melodía me arrulle,
(305) y tanto penetre en su vida
que sólo pueda aspirar a lo verdadero,
menospreciando todo engaño y apariencia;
y que no puedan mis pensamientos
temblar como fantasmas aquí y allá,
(310) pues tienen nervios, carne, huesos y sangre,
y han nacido libres, frescos y fuertes.
A los otros, sin embargo, mando saludos
y, a modo de conclusión, añado:
¡Váyanse al diablo
(315) todos los rusos y jesuitas! (16).
Tales cosas escribí yo, Heinz Widerporst,
en el bosque de la señora Venus
y al segundo llamado con este nombre (17),
de Dios aún mucho de mi simiente.
NOTAS
(1) Schelling alude a las obras de Schleiermacher, Reden über die Religion (1799) y de Novalis, Christenheit oder Europa. Ein Fragment (1799).
(2) En estos versos encontramos una
defensa del materialismo por parte del joven Schelling, no desmentida
posteriormente, y a la que no se le había prestado suficiente atención Por ser considerado este poema por la
crítica como un texto curioso o raro.
No obstante, Schelling fue, ya en vida, acusado de profesar el materialismo. Precisamente
estas acusaciones comienzan en torno a la fecha en que se publicó una parte
del poema, cuando Reinhold (Beitrage zur leichtern
Uebersicht der Zustandes des Philosophie beym Anfange des 19 Jahrhunderts,
1801, p. 69) le reprocha haber confundido la materia y el espíritu. Más tarde,
Feuerbach en su Das We-en des
Christemthums (Berlín 1956, p.159), elogia la concepción
sensual-materialista de Dios implícita en la filosofía schellinguiana. Posteriormente Lukács en Die Zerstörung der Vernunft (1962) y Habermas en "Dialektischer Idealismus im Ubergang zum Materialismus. Geschichtsphilosophische Folgerungen aus
Schellings Idee einer Contraction Gottes" (Theorie und Praxis, Suhrkamp, Frankfurt am Main, 1971), matizarán y
desarrollarán esta interpretación. Más recientemente Miklos
Vetó ha subrayado el carácter negativo, crítico, ontológico general, de esta
Idea de Materia que, no siendo más que una Idea-límite, conectaría con la
tradición neoplatónica (Le Fondement
selon Schelling, Beauchesne, París 1977, p. 176 ss.).
(3) Contraposición irónica de Schelling:
Los "dulces perfumes”(Süssen Düften)
del "templo" femenino parodian "las misteriosas iglesias, adornadas
con alentadoras imágenes llenas de dulces perfumes" (Novalis, La Cristiandad o Europa, Instituto de
Estudios políticos, Madrid 1977, p. 73), que
Novalis sitúa en una idealizada Edad Media.
(4) Alusión a la propuesta que hace
Novalis en La Cristiandad o Europa de
buscar el Ideal futuro de la unidad europea en el cristianismo católico
medieval. Ideal no utópico sino buscado con la intención de tener un modelo que
sirva de orientación en la política de constitución, o mejor, de restauración
de Europa. De hecho influirá en la formación posterior de la Santa Alianza.
(5) En estos versos, Schelling, después de hacer una parodia de la
nostalgia novaliana por la unidad cristiana del Mundo, cuando Roma era el centro
político y a la vez religioso de la civilización, se refiere al tema iconográfico
de la boda y coronación de la Virgen, símbolo del eterno femenino salvador, tan
querido a los románticos y al propio Novalis.
(6) Schelling parece reprochar a
estos primeros románticos el haber usado en vano el primado kantiano-fichteano
de la moralidad. En la obra citada dice Novalis: “Religión es moral en la
dignidad más elevada, como Schleiermacher ha dicho con gran acierto” (Ibid., p.
138).
(7) Probable alusión al párrafo de
Novalis: “El europeo está por encima del alemán, como éste sobre el sajón, el
sajón sobre el habitante de Leipzig. Sobre él está el ciudadano del mundo. Todo
lo nacional, temporal, local, individual, se deja universalizar y, así, canonizar
y generalizar. Cristo es un compatriota
así ennoblecido,” (Ibid., p. 134)
(8) Resonancias del goethiano buscar
la divinidad in herbis et Lapidibus, que pretende seguir la identificación
espiritualista de Dios con la Naturaleza, al hilo de la proposición XXIV de la
primera parte de la Etica que dice: “Quo magis res singulares intelligimus, eo
magis Deum intelligimus”. (Véase p. ej. H. Timm, Gott und
die Freiheit. Studien zur Relígionsphilosophie der Goethezeit, Ed.1: Die Spinozarenaissance, Frankfurt a.
Main, 1974, p.317).
(9) El gusto por el simbolismo de las
piedras preciosas, minerales y otros fenómenos naturales, era una característica
de la poesía de Novalis quien,
sublimando su profesión de ingeniero de minas, los convertía en símbolos de una
gnosis soteriológica. Su propio pseudónimo Novalis, significaba terra novalis, materia prisma cósmica.
(10) Como
prólogo a las Lecciones de Erlangen y
Munich, Schelling vuelve a leer estos versos para mostrar frente al Hegel
triunfante, que siempre había tenido un Sistema general del Espíritu que se
despliega. (Ver la Introducción de Führmans a F.W.J. Schelling, Initia Philosophiae Universae. Erlanger
Vorlesung W S 1820/21, Bonn 1969, p. XVI, n. 9).
(11) En
estos dos últimos versos, Schelling introdujo una variante que corrige el teleologismo
implícito en los versos que ocupaban su lugar y que fueron tachados por el
autor. Los versos tachados rezan así:
"Hay una sola fuerza, un despliegue, una trama/una aspiración y un impulso
hacia una vida siempre más
alta".
(12)
Novalis, cuyo verdadero nombre era Friedrich Leopold von Hardenberg, pertenecía
a una familia noble de la Baja Sajonia y fue un defensor doctrinal de este
estamento aristocrático.
(13) Véase nota 4.
(14)
Probable alusión a Fichte, de quien Novalis fue alumno en Jena, o al propio
Schelling, a quien había conocido ya en Diciembre de 1797 y de cuya obra Von der Weltseele era un declarado admirador.
(15)
Schelling contrapone aquí al espiritualismo angelical y mágico de Novalis la
invitación al erotismo sensualista que destila la novela de Friedrich Schlegel:
Lucinda (1799), en la que su autor, siguiendo Ideas implícitas en la
filosofía de la Naturaleza Schellinguiana, describía, con gran lirismo, los
aspectos más puramente físicos del amor, por lo que se desató un memorable
escándalo. (Hay traducción española: Lucínda.
Confesiones de un inexperto, ed. de Berta Raposo, Natan, Valencia 1987).
(16)
Con la expresión “los rusos”, Schelling alude al continuador de la polémica de
Nicolai contra los románticos, August von Kotzebue (1761-1873), dramaturgo y
miembro de la Academia de las Ciencias prusiana, que había estado al servicio
del Zar. Por lo que respecta a “los jesuitas”, Novalis esperaba de la actividad
ejercida por estos y por los masones la renovación eclesiástica que fundamentase
la nueva Europa por él preconizada.
(17) El
primer Heinz Widerporst es el protagonista de un sainete de Hans Sachs del año 1524.